"Hic habitat felicitas" («Aquí vive la felicidad» o «Aquí vive la buena suerte»).



 Llevo todo el día pensando en la motivación que lleva a una persona que se ofende o se escandaliza al ver una representación de un desnudo o de unos genitales a ingresar en un grupo dedicado al Arte. Creo que todas esas personas son aquellas que cuando éramos pequeños y aparecía en clase un pecho femenino desnudo o un falo masculino, lanzaban risitas tímidas, cruzaban miradas con otros alumnos, o proferían exclamaciones sutiles (uno nunca sabía si eran exclamaciones de alegría o de perturbación). Creo que muchos de esos niños pequeños se han convertido en inquisidores adultos, personas para las que la desnudez se encuentra fuera de la naturaleza humana, y se encuentran siempre ante la necesidad de señalar lo inapropiado de un cuerpo desnudo. Son, al mismo tiempo, las personas que siempre necesitan indicar la robustez de las mujeres desnudas de Rubens, la pequeñez de los falos de la escultura grecorromana, la exagerada erección de las representaciones de Priapo o de Pan, o la gesticulación salvajemente seductora de los silenos.

Todas esas personas me provocan un sentimiento de lástima, porque su mente es estrecha, porque su capacidad simbólica es extremadamente limitada, y porque en su ignorancia desconocen también que no hay nada más bello ni divino que un cuerpo humano desnudo.

Y para finalizar, y por no ser demasiado solemne, les dejo esta inscripción latina encontrada en Pompeya (y curiosamente, en una panadería y no en un lupanar), que reza así: "Hic habitat felicitas" («Aquí vive la felicidad» o «Aquí vive la buena suerte»).

Pues eso, felicidad para todos.


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