Deseo.


Cuando era niña le gustaba cubrir con la mano

el cristal de la linterna y mirar a contraluz el

borroso perfil de los dedos, de un rojo acuoso, los

quietos huesecillos como crisálidas, la seda blanca

de la piel. Constantemente aquel deseo de que la

luz atravesara su carne y le llegara muy adentro

del corazón, como si ella, toda entera, fuera un farolillo chino de

suave papel. Con los años entendió, sin embargo, que

siempre es de noche en el centro de la rosa.


Genma Gorga

Imagen : Marcy Cichino


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