Me preguntan.



 Me preguntan

que si me he enamorado alguna vez estúpidamente,

y yo les contesto:

¿Quién no ha volcado su vida por un amor que vivía sólo en su deseo?

Y es que fue tan fácil enamorarme de tu vuelo,

dejé mis alas en la orilla de tu cielo

y no me importó volar con las tuyas sin paracaídas,

si cada noche aterrizabas en mi almohada

y me llevabas a tu mundo con un simple “hola” o

“¿estás durmiendo?”

bastaba tan poco

para que encendieras las estrellas de mi cuarto

y estamparas la felicidad en mi cara.

Fue realmente fácil provocarme más de mil sonrisas.

No te culpo por haberme hecho sentir tanto,

por haber sanado las heridas que aún tenía en carne viva

y que sin querer,

hayas dejado otras nuevas

que sé dolerán por más de veintiún días.

Despedirse de quien amas duele el doble,

¿cómo irme dejando mi corazón en tus bolsillos?

¿cómo hacerlo con mis alas desprendidas?

Tal vez vuelva cuando ya no duela,

o cuando me dé cuenta que jamás me he ido.

O tal vez nunca vuelvas a mirarte en estos ojos

que soñaron con los tuyos

días enteros...

noches frías.

Hiciste darme cuenta

que mi cielo no es tu cielo,

que en tus sueños no aparezco,

que mis horas no pedías.

Quizás te importe,

quizás me extrañes,

o quizás ya vueles alto

junto al ave de tu vida “

ZàiL


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