Comer y beber.
Entonces un anciano, propietario de un hotel, se adelanta y dice:
Háblanos del comer y el beber.
Y él dijo:
¡Si pudieras vivir del perfume de la tierra y así como la planta, contentarte con la luz....! Pero
puesto que debes arrasar para comer y privar al recién nacido de la leche de su madre para
calmar tu sed, deja, entonces, que aquello de lo que vives sea una acto de creación. Y, haz de tu
mesa un altar, sobre el cual son recolectados los frutos más sanos y rollizos, del bosque y el
descampado, para aquello que es aún más puro e inocente en el hombre.
Cuando sacrifiques un animal, dile en tu corazón:
“Por esta misma ley inexorable que te rige, seré también yo regido y
consumido. Pues el poder que te libró entre mis manos me librará en manos
más fuertes. Tu sangre y mi sangre son sólo el zumo del cual se nutre el árbol
de la vida.”
Y cuando comas una manzana, dile en tu corazón:
“Tus semillas germinaran en mi cuerpo, y tus futuros capullos en mi corazón, y
tu perfume será mi aliento. Y juntos nos alegraremos en todas las estaciones.”
Y en el otoño, al recolectar los frutos de tus viñedos para prensarlas, di en tu corazón:
“También yo soy una viña y mi fruto será recogido y transportado al lagar. E,
igual que al vino nuevo seré guardado en las ánforas eternas”
Cuando llegue el invierno beberás de ese vino haciendo una canción, en tu corazón, por cada
copa. Y en tu canción, pondrás un pensamiento por los días del otoño, por la viña y por la prensa.
El Profeta - Khalil Gibrán
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