Rebecca.
Menos mal que la fiebre del primer amor sólo se pasa una vez. Porque es una fiebre, y una carga también, digan los poetas lo que digan. A los veintiún años uno no es valiente. Está lleno de pequeñas cobardías, de miedos pueriles, infundados, y es tan fácil herirnos. ¡Se nos lastima con tan poca cosa! La más leve palabra espinosa se nos clava con crueldad. Hoy, arropada por la benévola armadura de una madurez que se aproxima, las diminutas punzadas cotidianas no arañan más que levemente y pronto se olvidan; pero ¡a aquella edad! ¡Cómo perdura el efecto de una palabra poco amable, dicha sin intención, hasta convertirse en un estigma imborrable! ¡Y cómo una mirada altanera se nos queda marcada en el alma como algo eterno!"
Rebecca
Daphne du Maurier
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