El perro.



  • Ayer murió mi perro, Padre, y querría ofrecer un rezo por su eterno descanso. El Padre respondió escandalizado: ¡Nosotros no ofrecemos rezos por los animales! Inténtelo en la otra religión que hay en la esquina. Es probable que ellos quieran rezar por su perro...
  • La verdad es que le tenía un enorme cariño, dijo el feligrés, y me gustaría ofrecerle una despedida decente. Pero, claro, no sé lo que se acostumbra a dar en estos casos... ¿Cree usted que bastará con quinientos dólares?
  • ¡Un momento!, dijo el Padre. ¡No me había dicho usted a que religión pertenece el perro!
  • Anthony de Mello


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