Un poquito ma' hombre, un poquito ma', un poquito ma'... jodé.
Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza.
Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate.
Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos.
La televisión cada vez se hace más a su medida.
Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera.
El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario, para que ellos puedan entenderlo y digerirlo.
Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura, la que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas.
Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad. Un poquito ma' hombre, un poquito ma', un poquito ma'... jodé.
Por Jesús Quintero
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