Paremos las violaciones.


 Ella tiene 16 años y se fue de fiesta con sus amigas. Salió de la discoteca para coger el tren y uno, dos, tres o cuatro tíos decidieron agredirla brutalmente. Le dieron un golpe en la cabeza que la dejó inconsciente -al menos eso quiere creer su madre, que los hechos se produjeron en este orden y su hija no se enteró de lo que vino después- y luego la violaron de forma salvaje. Esto ha sucedido hace unos días en Barcelona.

Ella está en el hospital recuperándose de sus lesiones. Cráneo roto, un desgarro vaginal de 5 centímetros y un desgarro anal de 15. Ahora mismo tiene hecha una colostomía para poder defecar mientras tratan de reconstruirle el recto.
Imaginen la bestialidad de lo que le hicieron. Lo peor es pensar que hay hombres -porque no vamos a usar eufemismos, no los vamos a llamar animales, ni salvajes, porque son hombres-, que disfrutan haciendo algo así a una niña de 16 años.
Hombres que piensan en las mujeres como despojos, como trozos de carne que solo sirven para satisfacer sus deseos. Y sus deseos no son otros que hacer daño a las mujeres. Eso les produce placer. Urge, es de vital importancia, que se tomen medidas serias. Que se trabaje desde todos los estamentos para que la imagen de la mujer no sea la de un precioso jarrón decorativo que sirve para hacer más placentera la vida a los hombres. Urge porque nos están torturando de formas crueles e inimaginables.
Urge porque no puede haber una sociedad justa si en ella la mitad de la población no está segura.
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