La Inquisición y la caza de brujas en 'Historia ilustrada de Euskal Herria.
Los años tras la conquista del Reino de Navarra, en 1521, fueron en Euskal Herria de gran convulsión social y política, plagados de contiendas bélicas. Un pueblo llano, pobre y dedicado a la agricultura, la ganadería y la pesca, y unas élites divididas entre la asimilación a los Imperios español y francés y la resistencia ante las brutales olas represivas de ambos estados, harán florecer personajes de lo más variopinto, aventureros, grandes navegantes y balleneros, conquistadores, guerrilleros o matxinos, las primeras escritoras, brujas y sanadoras… Contra estas últimas la Iglesia desplegó una salvaje persecución, dibujada por Joseba Asiron y Martinto Alzueta en el tercer volumen de Historia Ilustrada de Euskal Herria. Reproducimos aquí los textos e ilustraciones de este capítulo.
Represión vestida de brujería
Aunque la marginación y la persecución de las brujas era un fenómeno antiguo, no es menos cierto que el proceso se exasperaría con el paso del tiempo. Ya en 1525, y en pleno proceso de conquista de Navarra, las nuevas autoridades castellanas habían desatado una feroz persecución en los valles de Erro, Salazar y Roncal, en los que se llegó ejecutar a más de cuarenta mujeres bajo la acusación de brujería. El auge de estos procesos, no obstante, se dio a principios del siglo XVII. En realidad, bajo la patraña de la brujería, se escondía la voluntad de atemorizar a las poblaciones rurales de difícil control, sometiendo y limitando de forma especial el papel social de la mujer.
Pierre de Lancre
El sanguinario y enfermizo Pierre de Lancre llegó en 1609 a Lapurdi con la clara intención de desatar una ola de violencia, torturas y ejecuciones. En pocos meses, el intransigente y misógino juez detuvo a cientos de personas, casi todas mujeres, de las cuales quemó en la hoguera a más de 60. Llegada la noticia hasta las costas de Terranova, donde se encontraba faenando buena parte de la población masculina, la flota pesquera labortana emprendió un regreso apresurado, con el ánimo de detener la represión y tomar cumplida venganza. Ello obligó a las autoridades francesas a trasladar precipitadamente al lunático juez, destinándolo a otros lugares.
El proceso de Logroño de 1610
Que las intenciones de esta persecución eran ante todo de naturaleza política y social queda también probado por la represión desatada de manera paralela al sur del Pirineo, sobre todo en la localidad navarra de Zugarramurdi. La psicosis colectiva y el terror desencadenado por las autoridades religiosas culminaron con el célebre Auto de Fe de Logroño, en el que once personas fueron condenadas a morir en la hoguera. Seis de ellas fueron finalmente quemadas vivas, mientras que las otras cinco fallecieron antes por las torturas y las condiciones inhumanas bajo las que habían sido encarceladas. Es justo resaltar que, en todo el proceso, la todopoderosa Inquisición contó con la oposición de las Cortes de Navarra, que no compartieron ni las formas ni el fondo de esta salvaje represión.
Fuente:txalaparta.eus/es
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