La existencia de una nueva vida después de la muerte.

 


Curiosamente, en casi todas las religiones de este planeta, prevalece la creencia en la existencia de una nueva vida después de la muerte. Pero a mí, lo que verdaderamente me interesa, es observar cómo sus dirigentes espirituales crean su paraíso terrenal en esta vida; y luego, a la hora de la cita con “el de la guadaña” -en eso no se salva nadie-, “que les quiten lo bailao”. Porque en realidad, parece ser que ni ellos mismos “se creen la película”. No hay que criticar la fe y el entusiasmo de las personas que obran con el corazón en la mano; porque estas personas no importa cuales sean sus creencias religiosas, siempre estarán en el buen camino, -por supuesto partiendo de la base de que exista un camino-.Pero en lo referente a los otros, los grandes manipuladores de almas y embajadores de lo sobrenatural, con esos no puedo tener piedad.

En el mundo existen muchas religiones, pero sólo unas pocas acaparan a la mayoría de los fieles. En primer lugar, nos encontramos con la citada religión Norteafri-cana. Esta se caracteriza por los grandes sacrificios que efectúan sus fieles. Pero mientras los pobres están de “ayuno permanente”, tenemos a los mandatarios viviendo a cuerpo de rey. Estos semidioses no necesitan más paraísos, con el suyo tienen bastante. Cuentan con la suerte que la naturaleza les ha regalado; una materia prima negra y muy cara, ¿Y qué hacen? ¿Acaso donan los petrodólares a los más necesitados? Aquí no hay reparticiones; el más listo se come todo el pastel, y los demás, a peregrinar a La Meca, y a pasar hambre con el Ramadán. Y cuanto más empobrecidos están, es entonces cuando, en un acto de “buena fe”, el dirigente les embarca a todos en una Guerra Santa Fundamentalista, contra todo “bicho viviente” distinto a ellos, prometiéndoles que en la otra vida tendrán toda clase de manjares, riquezas y un harén para cada uno.¡Claro!, ¡qué gran idea!, ¡cómo no se me habría ocurrido antes!; es la fórmula perfecta para acabar con el hambre y la miseria. Al no existir bocas, se acabará el problema del hambre. Simplemente se necesita dotar a cada persona con un fusil, y ponerles alguien enfrente. La violencia engendrará más violencia, y la muerte será moneda de cambio entre los enemigos irreconciliables. Al no tener alimentos, acabarán comiéndose sus armas, porque en esta doctrina es más fácil conseguir una granada anti-tanque, que una hogaza de pan. ¡Pero no importa!, porque “el que mueve los hilos”, que vive de la sangre de los demás, impulsará a su pueblo para acabar con el infiel; aunque haya que dejar la vida en el intento. Sólo así se conseguirá el premio del paraíso, que por otro lado, “el muy listo” ya lo ha conseguido en vida. Los creyentes de esta religión, darían su vida por mantener su fe y preservarla del invasor. ¿Pero mira que siempre tienen que morir los mismos?…¿Y si al final de todo no hubiera paraíso? Menuda desilusión y desesperación para el pueblo llano. En cambio “el iluminado de turno”, ya lo ha previsto todo, por eso prefiere disfrutarlo ahora que está vivo.Pero… por encima de todo, este profetilla embaucador de fieles, sigue con sus convicciones místicas. Porque cuando se encuentre en su lujoso palacio, rodeado de manjares y mujeres desnudas en su piscina, subirá lentamente al trampolín, y viendo el magnífico panorama, saltará gritando: “¡por Alá!”… !Aaaaaah! eso sí que debe ser el paraíso.


-Rafa Zamora-




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