Mónaco sigue añorando a Grace Kelly, la princesa que ocultó infidelidades y frustraciones con sus dotes de actriz.



Con su muerte se inició el declive del Principado, que sin la mediática Grace dejó de atraer famosos y miembros de la jet set internacional, derivando en una especie de balneario de lujo para millonarios anónimos.

En medio del culebrón real que tiene lugar en Mónaco, con rumores sobre el posible divorcio de Charlene y Alberto, en el Principado se celebra este martes un triste aniversario: la muerte de su antecesora,Grace Kelly.


Ocurrió la mañana del 13 de septiembre de 1982, cuando la ex actriz viajaba al volante de un coche con su hija pequeña, la indómita Estefanía que contaba 17 años. La tensión entre ellas era patente, ya que la víspera, en su residencia de verano de Roc Agel, la adolescente la amenazó con irse a vivir con su entonces novio, Paul Belmondo, hijo del actor recientemente fallecido. Su madre decidió llevarla en persona a Montecarlo, donde debía coger el tren a París para iniciar sus clases, seguramente para disuadirla en el viaje de su loca idea.


En una de las curvas de la abrupta subida al Principado entró con excesiva velocidad, y el coche chocó contra un muro, cayendo por un precipicio de 40 metros. Fue trasladada con vida al Hospital Princesa Grace y aunque tenía fractura de fémur y de algunas costillas, sus lesiones no parecían tan graves. Eso le comunicaron a Rainiero, cuando le informaron mientras desayunaba con su hijo Alberto en el palacio Grimaldi. Sin embargo, esa noche la princesa sufrió una hemorragia cerebral que acabó con su vida un día después, con 52 años.


Muchas versiones han circulado en torno a este accidente, hasta que pudo ser una vendetta de un mafioso. La más extendida es que en realidad era Estefanía, que también sufrió serias lesiones cervicales, quien iba al volante, algo que ella desmintió ."Yo no conducía, salí disparada por el lado del conductor. Mi madre se había quejado de una fuerte jaqueca y no sé si perdió el conocimiento o confundió el acelerador con el freno", señaló.

Grace fue amortajada con un velo blanco, su anillo de casada y un rosario regalo del Papa Juan XXIII. Cinco días después de fallecer, se celebró un multitudinario funeral en la catedral monegasca al que acudieron desde Nancy Reagan, primera dama estadounidense a Lady Di, y por parte española los condes de Barcelona, padres de Don Juan Carlos.


Fue el último acto que protagonizó esta bella e irrepetible mujer, miembro de una acaudalada familia de Filadelfia, que cambió su fulgurante y oscarizada carrera en Hollywood junto a mitos como Gary Cooper, Clark Gable o Gary Grant por reinar en un minúsculo principado que gracias a ella se convirtió en emporio del glamour . Decisión de la que parece se arrepentiría, pues se asfixiaba en Mónaco y quiso volver al cine pero Rainiero se lo impidió. Tampoco su matrimonio fue un cuento de hadas, pues se habla de mutuas infidelidades. Pero nadie sospechó de sus frustraciones, pues gracias a sus dotes de actriz representó siempre el papel de princesa perfecta .


Con su muerte se inició el declive del Principado, que sin la mediática Grace, artífice de eventos como El Baile de la Rosa o la Gala de la Cruz Roja, dejó de atraer famosos y miembros de la jet set internacional, derivando en una especie de balneario de lujo para millonarios anónimos.

También de su propia familia, pues Rainiero, su viudo, jamás se recuperó de la pérdida de su "musa" e, incapaz de controlar a sus díscolos hijos, Carolina, Alberto y Estefanía, se refugió en sus tareas como soberano .


La más afectada fue la rebelde Estefanía, a quien costó mucho superar el trauma de no haber podido hacer nada por salvar a su madre. Se dio al desenfreno vital, como cantante y modelo de bañadores, protagonizando continuos escándalos por sus romances con guardaespaldas como Daniel Ducruet, padre de dos de sus hijos, macarras de discoteca como Mario Oliver o artistas de circo.


El destino de Carolina, la mayor, fue trágico, pues a la desaparición de su madre sumó en 1990 la de Stefano Casiraghi, su gran amor y padre de sus tes hijos, cuando competía con su motora en una prueba de off shore. Su posterior matrimonio con Ernesto de Hanover, padre de su cuarta hija, Alexandra, fue carne de polémica dada la afición del aristócrata germano por la bebida.



Alberto, actual soberano tras la muerte de Rainiero en 2006, tampoco se quedó atrás: tras ser pasto de maledicencias por su persistente soltería, salió a la luz la existencia de dos hijos secretos suyos, Yasmina y Alexander, hoy reconocidos. Su boda con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock en julio de 2011, madre de los gemelos Jacques y Gabriella, lejos de acallar habladurías, las ha fomentado. Además del intento de fuga que supuestamente protagonizó antes de la boda, sus frecuentes ausencias en actos oficiales y actualmente su prolongada estancia en Sudáfrica, han vuelto a situar al Principado en la picota. Alta y rubia, su físico fue comparado inicialmente con el de Grace, aunque en realidad carece del brillo, el carisma y sobre todo las excelente dotes de actriz de su predecesora


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