Las amapolas susurran al atardecer.



Me bajo de este tren, el viaje ha terminado. No he visto mucho, desde la ventana, tomado como estaba de mirar tus ojos, tu rostro sereno. Pero he aprendido a observar a las personas, a comprender con qué fuerza se mueve el corazón, cuando las distancias se acortan y estás a punto de llegar a tu destino. O cuando te vas para siempre y el alma parece pesar en cada estación. Tenía miedo de la oscuridad y de los túneles de noche, de esos que cuando sales ni te das cuenta y luego buscas dos farolas, dos luces en las calles, dos ventanas encendidas en las casas de la insomnes. Pero nunca te abracé solo por eso, te hablé poco para no molestar, pero quería contarte los días que pasé esperándote y aquellos en los que solo tenía tu nombre en mi cabeza, los momentos en que Me sentí solo de aquellos en los que te esperé en silencio detrás de mi puerta. No tenía nada en mi maleta y solo lo estoy confesando ahora. Pero tenerte cerca ha sido mi comida y mi cómodo pijama, mi libro favorito y mi mejor medicina. Dejé mi chaqueta en tu pecho mientras dormías. Un beso en los labios, el sueño que solías tener.


- Las amapolas susurran al atardecer © Wanda Lamonica

Comentarios