LA TERNURA EN LA PREHISTORIA



Las evidencias arqueológicas cada vez nos alejan más de esa imagen cruel, salvaje y despiadada de las gentes que habitaron la Prehistoria. Sabemos que aquellas comunidades cuidaban de su gente y que nadie, ni siquiera los miembros más débiles y menos productivos, era abandonados a su suerte. Personas con necesidades especiales y con limitaciones físicas muy severas fueron alimentadas, cuidadas, abrigadas e incluso cargadas a cuestas de un asentamiento a otro. Existe una disciplina emergente que se ha dado en llamar “Bioarqueología de los cuidados” (o “Arqueología de la ternura” le podríamos denominar) que saca a la luz pinceladas de solidaridad y compasión como las que os contamos a continuación a modo de ejemplo.
- A Nandy (Shanidar I) ya os lo hemos presentado por aquí alguna vez. Se trata de un neandertal que vivió hace unos 40.000 años con graves limitaciones. Sus restos nos cuentan que padecía parálisis en una pierna y en un brazo, y que era sordo y ciego de un ojo. Aún así Nandy sobrevivió, gracias a la ayuda de la tribu hasta pasados los 40 años, una longevidad nada desdeñable en el universo neandertal.
- Igualmente otro neandertal, conocido como “El viejo” (La Chapelle-aux-Saints 1) había perdido la mayoría de sus piezas dentales por lo que muchos investigadores afirman que le tuvieron que masticar la comida para que pudiera alimentarse.
- Ya en nuestra especie, encontramos a Romito 2, quien hace 12.000 años padecía displasia acromesomélica, una rarísima enfermedad que se da en menos de un caso por cada dos millones. Sus cortas piernas no podrían seguir el ritmo de la tribu nómada donde vivía. Sus brazos muy cortos y retorcidos le impedirían empuñar un arco o lanzar una jabalina. Su escasa estatura (1´20m) no le facilitaría el recolectar frutos. Pero Romito 2 no fue dejado atrás sino que le mantuvieron con sus necesidades cubiertas hasta su muerte, con 20 años, cuando recibió un entierro igual de digno que el resto de la comunidad.
- Hace una semana Nature publicaba el caso confirmado más antiguo del síndrome de Down, hace 5.500 años en Irlanda. Se trata de un bebé que fue igualmente amamantado y abrigado hasta que murió a los 6 meses, siendo enterrado en un monumento megalítico.
- Y hace unos 4.000 años, si nos trasladamos a Vietnam, encontramos que el ocupante del enterramiento 9 del yacimiento de Man Bac padecía una espantosa enfermedad congénita conocida como síndrome de Klippel-Feil. Básicamente consiste en que los huesos de la espina dorsal se van fusionando provocando diversas parálisis y atroces dolores. El ocupante del enterramiento 9 debió quedar prácticamente tetrapléjico a los 10 años de edad pero sobrevivió una década más. Los huesos de quienes estaban enterrados junto a él presentaban indicios de desnutrición, es decir, esa comunidad pasaba hambre pero nunca faltó comida para el miembro más vulnerable.
Como señala la investigadora australiana Lorna Tilley, casos como estos sugieren una sociedad en la que todos los miembros eran valorados y evidencian una sociedad en la que ofrecer asistencia a los que más lo necesitaban era la norma.
Y es que, en definitiva, la vida en la Prehistoria podía ser despiadada. Pero su gente no lo era tanto.

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