TRES AMIGOS EN LA NOCHE.

 


Una noche, tres amigos ascendían por la pendiente del Monte Sinaí, esperando llegar a la cima antes del amanecer.

Estaban ansiosos por respirar el aire en el que habían sonado las voces de Dios y de Moisés cientos de años atrás.

"Hagamos un alto para reponer fuerzas", propuso el de más edad al llegar a una planicie del Monte, y los otros dos asintieron. Encendieron un fuego, repartieron pan y queso de cabra, y llenaron sus copas de vino de Grecia.

"Amigos míos -dijo el más joven- ¿Cómo se imaginan el Paraíso?". 

Y antes de que alguien pudiera responder, él mismo habló de este modo: 

"Yo me lo imagino como un lugar con mujeres siempre jóvenes, banquetes inacabables, siestas profundas sin sueños ni sobresaltos". 

Al oír esto, otro se entusiasmó y dijo:

"Para mi el Paraíso es un lugar con una eterna primavera, ríos de agua cristalina, montañas de roca de cristal, amaneceres que duran un año entero, y aldeas tranquilas en las que habitan los grandes hombres de la historia para ir a conversar con ellos cuando me plazca".

"¿Y tu?", preguntó el más joven al de más edad, que había oído sonriente y en silencio el relato de sus compañeros de aventura: 

"Yo imagino el Paraíso como una planicie del Monte Sinaí, en la que tres buenos amigos se detienen, encienden un fuego, se sientan a su alrededor, saborean el pan y el queso, beben vino griego y hablan del Paraíso a la luz de las estrellas".


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