"...una sociedad de cazadores-recolectores como los ju/'hoans..."
¿Y qué pasa con los ancianos, personas con discapacidad, o vagos, en una sociedad de cazadores-recolectores como los ju/'hoansi, comunidades sin gobernantes ni instituciones formales y donde reina un feroz igualitarismo?
"El egoísmo siempre estaba vigilado por su sombra, la envidia, que a su vez, aseguraba que todo el mundo obtuviera su parte justa y que los individuos moderaran sus deseos según cierto sentido de justicia".(...) El arma más importante que utilizaron los cazadores-recolectores para mantener el igualitarismo fue la burla, "rara vez, o nunca, maliciosa, rencorosa o malvada."
Por ejemplo "la práctica tradicional de insultar la carne del cazador". Los cazadores esperaban que se burlaran de su esfuerzo al regresar al campamento con una pieza de carne, y que quienes recibieran un trozo se quejaran de que estaba flaca o de que no hubiera para todos. Así, nadie podía ganar demasiado capital político o social y no habían "celos" ni otros conflictos.
Pero no era el único truco. Insistían en que el dueño real de la carne, el que se encargaba de su distribución, no era el cazador, sino la persona propietaria de la flecha que había matado al animal. "A veces, algunos cazadores pedían prestada la flecha a cazadores menos entusiastas o habilidosos, precisamente para evitar la carga de tener que distribuir la carne. Esto implicaba que de vez en cuando, los miopes, los ancianos, los patizambos y los vagos tenían la oportunidad de ser el centro de atención.", cuenta el antropólogo James Suzman en su libro "Trabajo".
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