Los adultos también quieren que les cuenten cuentos.


 Que hurguen en su interior menos maleado, con el motor de las obligaciones al ralentí, para escuchar acerca de mundos paralelos que transcurren a su lado para así acoplarse al vagón de los sueños.

Los adultos, casi siempre, olvidan su ingenuidad, su lado menos serio, sus travesuras emocionales, enredados en perfiles rígidos de lo que se supone que deben interpretar.
Se afanan en cumplir, cada día, lo que creen que la vida les pide, sin pararse a imaginar otros escenarios, menos constreñidos por el qué dirán, más livianos, espacios donde lo dramático pierda fuerza para cedérsela a lo sensual.
Quieren que les cuenten cuentos en que se vean protagonistas de lo que podrían haber sido, de lo que aún están a tiempo de ser.
Que les cuenten, que los mimen, que los coloquen en el centro. Ser estrellas por un rato, a la que poder agarrarse desde cualquier lugar futuro.
Descansar del rol que ellos mismos han aceptado y dejarse mecer por lo que siempre quisieron ser.
Yo te cuento cuentos a ti.
Salvador Navarro - Contador de historias.



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