Lo que no quiero.




 "(...) No quiero trayectos sin piedras, personas sin problemas, aún menos glorias sin lágrimas. No quiero el tedio de continuar apenas, la obligación del soportar, moverme en la rutina sólo por avanzar. No quiero el 'más o menos', el 'así es la vida', el 'se debe', nada que me haga quejar. No quiero siempre la receta sana, la ensaladita incontaminada, la cama casta, el sexo virgen. No quiero el sol todo el día, la recta sin la mínima curva, no quiero el negro liso ni el blanco inmaculado, no quiero la poesía perfecta ni la ortografía ilesa. No quiero aprender solamente del profesor, la palmadita en la espalda, el 'verás que pasa', la microsatisfacción, la minúscula euforia. No quiero los labios sin lengua, la lengua sin placer, escapar de aquello que asusta, ni tampoco acostumbrarme a aquello que me hace sufrir. Quiero aquello que no entra en lo regular, aquello que no se comprende en los manuales, aquello que no sucede en los guiones. Quiero la arruga bizarra, la mano descuidada, la calle arriesgada, la lluvia, el viento, las uñas clavadas, el animal del instante. Quiero intentar aún aquello que ninguno ha jamás hecho, mirar lo imperdonable, derrochar como loco las posibilidades. Quiero, sobre todo, aquello que me asusta, el abismo secreto, el interno de tus muslos, el modo en el cual el sudor se te desliza al centro del pecho, el modo imposible en el cual te expresas cuando te corres. (...)"

(Fragmento de "Prometo equivocarme", Pedro Chagas Freitas)


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