Deseo.


 Deseo.

Sólo tu corazón caliente,

y nada más.

Mi paraíso un campo

sin ruiseñor

ni liras,

con un río discreto

y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento

sobre la fronda,

ni la estrella que quiere

ser hoja.

Una enorme luz

que fuera

luciérnaga

de otra,

en un campo

de miradas rotas.

Un reposo claro

y allí nuestros besos,

lunares sonoros

del eco,

se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,

nada más.


 Federico García Lorca

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