Ser feliz delante de un envidioso puede ser peligroso.


La felicidad es uno de los estados más deseados por el hombre, incluso cuando no entienda bien en dónde buscarlo. Hay múltiples definiciones para la felicidad, casi como la cantidad de seres que hemos habitado este planeta. También desde lo que se encuentra documentado ha existido la envidia, manifestándose como el pobre manejo emocional, ante mejores condiciones en la vida de otra persona y de forma especial ante la felicidad.


Existe una especie de solidaridad y empatía cuando se comparten penas similares, cuadros dramáticos, escasez, limitaciones de cualquier índole, pero cuando alguien deja de ser afín con alguna de esas realidades y se destaca, es visto con recelo por quienes se mantiene en peores condiciones.


A pocas personas, a realmente pocas personas les alegra genuinamente el éxito de alguien más. Inclusive en relaciones familiares, entre hermanos, entre amigos cercanos, entre parejas, existe la presencia de envidia. Un gran porcentaje de los que dicen querernos y querer lo mejor para nosotros quiere vernos bien, pero no mejor que ellos.


La envidia puede ser vista como una declaración de que somos incapaces de conseguir algo que queremos, que otro ya ha alcanzado. Cuando envidiamos estamos alimentando la idea de que no hay para todos, de que lo que queremos está contado y no llegaremos a la repartición, a ganárnoslo o incluso a merecerlo.

Hay para todos, para todos los gustos, para todas las aspiraciones, para satisfacer cualquier sueño, hay posibilidades ilimitadas, recursos ilimitados, solo nos colocamos trabas cuando pensamos que no habrá para nosotros, cuando en lugar de celebrar los logros ajenos, nos lamentamos de no ser nosotros, cuando en lugar de mirar a una bonita pareja, no los admiramos, sino nos lamentamos por nuestras experiencias fallidas.


La envidia siempre proyecta una carga negativa, que la padece quien la siente y puede perjudicar a quien la inspira, los pensamientos son energía y las personas envidiosas conscientes o no de ello pueden hacer lo que esté a su alcance para sabotear la felicidad de quien la disfruta estando cerca.


No es sencillo identificar a un envidioso, muchos pasan desapercibidos, sin embargo, algunos otros no pueden disimular su molestia, sus caras se transforman y por lo general el desmérito, la crítica o hasta la burla se hace presente ante cualquier posición de ventaja que pueda tener alguna otra persona.

Vía:Eleansar's 


Comentarios