Que importa.

 


“Qué importa si tengo veinte años o cincuenta si aún me sonrojo por un cumplido, si rio, bromeo, y amo todo desmedidamente. Si en los meandros del alma me refugio y juego a las escondidas con mis emociones.

Qué importa si soy niña delante a un dulce o mujer cuando me siento amada. Tengo los ojos que se protegen del terror y manos llenas de pliegues por los trabajos que he hecho. A veces me han roto en pedacitos, pero he logrado recomponerme y he encolado mis fragmentos con dignidad sin perder ninguno.

¿Cicatrices? Cierto, están… pero también tantos deseos y sueños por realizar.

He sepultado recuerdos e inútiles dolores; he arrancado lágrimas al cielo cuando acurrucada sobre mi misma gritaba sin voz mi dolor; me he destrozado el alma más de una vez delante a la frialdad de otros corazones y roto el mío en la total indiferencia de quien amaba.

Soy consciente de quién soy, de aquello que quiero, de los años que me atraviesan, que me resbalan encima y de aquellos que vivo plenamente. Soy consciente que no se me debe nada, que a veces esperar es legítimo pero ilusionarse es perjudicial y que quiero evitar sufrimientos gratuitos.

Volvería a hacer todo aquello que he hecho, porque creía en ello y allí he dejado la huella de mi amor; porque a diferencia de algunos, sé qué significa amar.

Tal vez haría elecciones diferentes para estar menos cansada, para ser menos frágil, menos desconfiada.

Pero me pregunto si tendría menos corazón, menos sensibilidad, menos elegancia de espíritu cuando encuentro un par de ojos que me leen, me buscan y no quiero. Si aquello que soy, si aquello que he pasado no hubiese servido para nada, si no dejase ni siquiera un recuerdo entonces sí que me importaría…

Pero si tengo veinte años, cincuenta o setenta importa sólo a quien la vida ha sido generosa en el conservarle todo.

A mí me interesa sólo que cuando me piensen llegue el perfume del mare en un rayo de sol.”

Emma Lamberti


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