LEER, ESCUCHAR, CONVERSAR .
Uno de los riesgos de las afirmaciones a propósito de los beneficios de la lectura en voz alta es que los padres tomen esa actividad tan placentera como una tarea utilitaria y obligatoria. El rendimiento escolar no debe ser el principal objetivo que justifique leer en voz alta a los niños. Debe ser la consecuencia no la pretensión. La lectura en voz alta demanda otras prioridades. Promueve ante todo vínculos sentimentales. Establece entre padres e hijos un tipo de comunicación especial, exenta de obligaciones o exigencias. Leer juntos permite habitar temporalmente un mismo espacio imaginario y emocional, pues todos se sitúan en la misma página, en la misma historia, en la misma sintonía, lo cual crea entre ellos lazos afectivos muy intensos. Facilita conversar acerca de cuestiones que, de no mediar un libro, resultaría difícil plantear, y permite hacerlo además de un modo que la vida diaria no siempre propicia. Con respecto a la lectura, la familia puede ofrecer lo que la escuela no siempre está en condiciones de dar: calma, diálogo, apego. La exposición temprana de los niños al lenguaje narrativo y poético mediante la lectura en voz alta tiene que ver ante todo con los afectos, tan determinantes en la vida de un lector. Los factores emocionales no son irrelevantes cuando se trata de establecer lazos duraderos con los libros.
Al leer libros a sus hijos, los padres cumplen una función que trasciende
las cuestiones académicas, aunque no sea del todo ajena a ellas. Si fuera posible, deberían prescindir del beneficio pedagógico y dar prioridad a una tarea que sólo ellos, o básicamente ellos, pueden hacer. El lenguaje de los libros tiene la virtud de centrar la atención sobre la vida humana de una forma que, de no ser por ellos, resultaría artificiosa, tal vez imposible. ¿Hay que esperar al fallecimiento de un familiar para hablar con los hijos de la muerte? ¿Hay que conocer el desamor para hablar de los sentimientos de soledad y fracaso? ¿Hay que pasar penalidades económicas para hablar de la pobreza? ¿Hay que esperar a tener unos vecinos bolivianos para hablar de la inmigración?
Las experiencias personales ayudan a los seres humanos a entender y aprender, pero es cierto también que descubrir y anticipar es igual de satisfactorio, pues permite comprender sin la obligación de conocer algo por uno mismo.
Esa posibilidad de conocimiento viene favorecida fundamentalmente por
las historias de otros, incluidas las de ficción. Leer es conocer. Leer en voz alta es ofrecer a otros una oportunidad de conocimiento.
(Juan Mata Anaya).
Ilustración de Chad Crouch.
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