El árbol de las mil historias.

 



Un día cualquiera, hace muchos, muchísimos años, alguien tuvo una idea; puede que no fuera la más ingeniosa, ni siquiera demasiado original, puede incluso que otros la hubieran imaginado antes, pero prefirieron reprimir su deseo de hacerla volar… Hasta que llegó él, el corazón que le dio a esa mano el coraje para escribirla, que no privó a sus articulaciones del genuino placer de una danza no pautada, liberándola así a la exultación de un escenario en blanco, preparado para el desfile sinuoso y curvilíneo de sus letras…


Letras de arrolladora personalidad que se aunaron formando bellas palabras; vocablos y más vocablos hermanados entre sí creando un pensamiento unívoco, la aventura hecha prosa de un valiente soñador. Y de esta manera, la historia que había nacido y crecido en aquel apabullante interior fue desplegando sus alas a la luz de la atenta mirada de aquellos que la quisieron contemplar, permitiendo que su intensidad no perdiese jamás su efervescencia.


Aquel relato se antepuso con coraje a los desafíos del tiempo, buscando siempre el mejor refugio en la caricia reconfortante de un tacto cálido, ávido de guardar para sí el perfume de esa personal esencia y procurarle un nuevo hogar.


Y así transcurrió su vida, sin rumbo fijo, abandonado a la emoción de una itinerante travesía por cielo, tierra y mar; con las compuertas abiertas a la espera de un intrépido navegante, decidido a embarcarse en la experiencia que prometían unas veteranas páginas.


Aquella historia, que en el momento de su nacimiento, nada le hizo sospechar que llegaría tan lejos, sonríe ahora plácidamente entre nuestras manos, mientras entre sus líneas viajan libres un sinfín de recuerdos, como el sesgo de una lágrima perdida, o el eco lejano de miles de voces susurrando palabras llenas de fuerza y valor, como el recorrido tenue de las yemas de unos dedos sobre el papel curtido; o los inconfundibles sollozos, o las contagiosas carcajadas… Lecciones para no olvidar y muchas otras para entender sólo con el fruto de los años…


No le fue fácil ni a aquel primer libro, ni a todos los que vinieron después, asumir que su lugar era estar en todas partes, incondicionalmente dispuestos para todo aquel que necesitase de ellos, preferían la comodidad de una vida sedentaria, pero al entrar en contacto con las emociones y sentimientos más profundos de la gente, comprendieron que habían creado las más sólidas raíces, fuentes de luz y de vida, cauce de nuevas e increíbles historias que serán la inspiración de todas las que vendrán. Y esto es sólo el principio…


“(…) No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye…”


WALT WHITMAN


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