Como gotas de lluvia.
A veces somos tan ingenuos como esas gotas de lluvia que resbalan en estos instantes por el cristal. Van en busca de un sendero, perdidas, resbalando, dejándose llevar. ¿Dónde?, ni ellas mismas lo saben, simplemente se deslizan, impertérritas, sin fuerzas para luchar hacia otro camino que no sea el marcado por el cristal y no son conscientes de la gran desdicha que supone para ellas el dejarse llevar sin rebelarse, pues su destino podría ser bien distinto y ante su impasividad terminarán por seguro en el final de un lugar muy diferente al que hubieran alcanzado si hubieran luchado por cambiarlo.
Así son las gotas de lluvia, muy similares a algunos seres humanos, por su transparencia, por su ingenuidad y por ser tan cristalinas como su alma.
Estefania Gil
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