Aprenderás.
Aprenderás que todos tenemos un pasado y buena o mala memoria para recordarlo, pero que somos quienes somos gracias a él. Que no importan las arrugas en la mirada, siempre que estas mantengan el brillo de la curiosidad y la sorpresa.
Aprenderás a no justificar tus errores ni los de los demás, asumirás tu responsabilidad y perdonarás antes de decir adiós.
Aprenderás que cada cual siente la vida de manera diferente y que aquello que te parte el alma a otro apenas le roza la piel. Que hay instantes -y miradas- que te cambian la vida. Y que decir no a tiempo es una victoria.
Aprenderás que el miedo y la confusión son solo excusas inventadas para evitar la verdad dolorosa.
Y que el que quiere ser libre lo es, y que tu libertad merece el mismo respeto que la del resto.
Aprenderás que, aunque seamos personas diferentes, compartimos idénticos anhelos y miedos. Y que la vida te pondrá en el camino de otros, pero no es responsable de lo que ocurra después. Quedarte o alejarte de personas o de lugares es tu elección. Sabrás cuál es el momento en el que la verdad escribirá el punto y final de cada capítulo. Y entonces aprenderás que la soledad es uno de los mejores lugares que existen para seguir aprendiendo.
Aprenderás que algunas historias de una noche duran toda la vida y que los imposibles solo son conquistados por la valentía. Que después del éxito, de los triunfos y las ovaciones, lo único que queda es el amor.
Aprenderás que la vida se conquista con tanta valentía como locura. Que los cuerdos suelen aburrirse un poco más que el resto. Y que los brindis merecen su tiempo. Aprenderás que el olvido se queda con todo lo que no cuentas y que la memoria a veces es traicionera.
Aprenderás todo esto y mucho más. Será agotador. Es agotador. Y decepcionante. Innecesario y desesperante.
Y gratificante. Sobre todo es gratificante.
Porque no hay sensación más placentera que la que provoca la lección aprendida.
Y esto también lo aprenderás.
Laura Riñón Sirera
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