¿Tú besas bien?


No se sabe con certeza cuándo empezamos a besarnos, aunque algunos investigadores creen que este comportamiento se originó en los seres humanos hace millones de años, cuando las madres daban de comer a sus bebés alimentos parcialmente masticados directamente de la boca, costumbre compartida, por cierto, con algunas especies animales.


Algunas de las primeras referencias escritas del beso que conocemos datan de 1.500 antes de Cristo, y se encuentran en cuatro textos en sánscrito de la tradición védica hindú. Escrito 500 años después, el poema épico Mahabharata también menciona los besos en los labios.

Los ejemplos de besos en la literatura continuaron con el Kama Sutra, el clásico texto erótico escrito en el siglo quinto antes de Cristo en el que se describen, además de sofisticadas posturas amatorias, diversas técnicas para besar. Algunos antropólogos han sugerido que los griegos aprendieron de besos cuando Alejandro Magno invadió la India en el siglo III antes de Cristo, pero lo cierto es que en textos anteriores de Homero o Herodoto, por ejemplo, ya se describen algunos.


Lo que sí parece comprobado es que fueron los romanos quienes acabaron de popularizar esta costumbre. Los habitantes de la antigua Roma besaban a sus parejas o amantes, a su familia y amigos e incluso a sus gobernantes. Y distinguían tres tipos de beso: el osculum, en la mano o en la mejilla, el basium, en los labios, que equivaldría a lo que nosotros conocemos popularmente como pico y el savium o savolium, un beso apasionado y profundo.


Los romanos distinguían tres tipos de beso: el osculum (mejilla), el basium (labios) y el savium (apasionado)

Los besos en Roma tenían un significado social, además de ser una muestra de afecto. Así, por ejemplo, el estatus de un ciudadano determinaba en qué parte del cuerpo podía besar al emperador para saludarlo, empezando por la mejilla y acabando en los pies; las parejas que se casaban celebraran su matrimonio besándose delante de todos, como se sigue haciendo en muchas culturas, y ciertos acuerdos y contratos se sellaban “con un beso”.


No sé si les sucede lo mismo, pero en estos días de confinamiento “nivel avanzado” empiezo a preguntarme cómo será la vida de después. ¿Seguiremos saludándonos con los típicos dos besos en las mejillas o dejaremos de lado esta costumbre mediterránea que viene tan de antiguo para adoptar otra en su lugar que no implique tanto contacto físico? Necesito pensar que después de unos meses de distancia social obligada los besos volverán, junto con los abrazos a los que canta Jorge Drexler.


Besarse tiene beneficios para la salud: reduce la hormona del estrés, aumenta la de la euforia, eleva la frecuencia cardíaca...

Y deberían, por poco que podamos. Porque besarse, además de ser muy agradable, tiene muchos beneficios para la salud. Algunos hechos sorprendentes que suceden en el organismo de una persona cuando besa a otra son, según explica para La Vanguardia la psicóloga y sexóloga Isabella Magdala:


1. Se estimulan un mínimo de treinta y cuatro músculos de la cara.


2. Se reducen los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés.


3. Aumentan los niveles de oxitocina, una hormona que genera sentimientos de apego y afecto y que se segrega también en el embarazo y lactancia.


4. Se libera adrenalina, y con ella, aumenta la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, se incrementa la sudoración, se dilatan las pupilas… Es por eso por lo que solemos cerrar los ojos al besar.


5. Aumenta la serotonina, y disminuye la sensación de tristeza.


6. Aumenta la dopamina, una hormona muy adictiva e importante en la función motora del organismo, que produce sensación de euforia.

A decir de esta especialista, los besos constituyen por sí mismos una forma de relación: “Son una manera de encontrar y mostrar el vínculo con la otra persona. Cuando gustan, es porque generan conexión”. Magdala explica también que detrás de cada beso siempre hay un mensaje, que puede ser de afecto, de deseo, de amor…


“A través del beso se sienten sensaciones y se despiertan emociones”, asegura, “y eso en la sexualidad es muy importante. A veces son una puerta para lo que viene después, pero hay que recordar que el beso es importante en el antes, en el durante y en el después. De hecho, los besos son importantes a diario. Yo aconsejo jugar a dar besos sin pretender nada más, por el simple hecho de besar. Besos improvisados, en un lugar inesperado, sin pretender nada a cambio”.


“Los besos son importantes a diario; yo aconsejo dar besos inesperados, sin pretender nada más”

Isabella Magdala

Psicóloga y sexóloga


Los besos expanden la percepción del placer. ¿Alguna vez han sentido cómo perdían el mundo de vista al fundirse con los labios de otra persona? No en vano esta es la parte del cuerpo que más terminaciones nerviosas posee. Combinado con el cóctel químico que segregamos con cada beso se obtiene una receta difícil de igualar.


“Lo mejor de los besos es que nunca se acaban y que se pueden improvisar tantas formas y situaciones como se quiera”, afirma Isabella Magdala. Y continúa: “En la sexualidad es muy importante ser creativos, hacer lo que nos gusta, experimentar e improvisar. A muchas parejas les gusta estar besándose mientras llegan al orgasmo, mientras que otras pueden pasar largas horas simplemente besándose cada centímetro de piel”.


¿Cómo asegurarnos de que lo hacemos bien?

Muchas personas estarán de acuerdo en que pocas cosas hay mejores que un buen beso. Y sin embargo, hay pocas peores que uno malo. ¿Les ha pasado? ¿Cómo asegurarnos de que lo hacemos bien? Isabella Magdala nos ofrece una pequeña guía para disfrutar y hacer disfrutar más a nuestro compañero de labios:


1. No tengas vergüenza

Siempre que ambas partes lo deseen y el contexto sea el adecuado, esta especialista recomienda: “Besa como sientas, como te apetezca, y déjate llevar. Hay quien piensa tanto en dar un beso que cuando quiere darlo ya ha pasado el momento. Aprovecha el impulso si te llega y, ¡lánzate a besar!”.


2. Vívelo

Cuando se da un beso porque “es lo que toca”, por protocolo, o para salir del paso, la otra parte lo percibe, igual que si es porque quieres algo a cambio. “Si quieres besar bien, lo más importante es que realmente te apetezca hacerlo y que pongas en ello tus cinco sentidos. Siente cada segundo, y no sólo para que a la otra persona le guste, también para disfrutar de la maravillosa experiencia de besar y ser besado. A tu pareja le va a encantar sentir que disfrutas con ello”, asegura Magdala.

3. No te quedes solo en los labios

“Un beso es mucho más. Es la mirada, el entorno, la seducción, el tacto, el ritmo... Si lo necesitas, ¡practica contigo mismo! Prueba distintos ritmos en tu mano o distintas miradas mirándote al espejo. Es importante que te sientas seguro a la hora de besar, y si incluyes mucho el cuello, por ejemplo, es importante que aprendas a estar relajado mientras besas para poder disfrutarlo y no acabar con dolor o rigidez”.


4. Comunícate

En la sexualidad es muy importante la comunicación, explica la especialista, que recomienda decirle a nuestra pareja cómo nos gusta. “Enséñale a hacerlo. Deja que él o ella también te diga cómo le gustan, y experimentad. No os lo toméis de forma personal ni os comparéis con anteriores relaciones. Es mejor saber qué le gusta a estar haciendo algo que crees que le gusta pero que no acaba de funcionar. Podéis experimentar desde un beso con lengua y de tornillo durante mucho tiempo y acabar extenuados hasta un beso tántrico, que se da sintiendo los labios, sin lengua, con consciencia y con ritmo muy lento. Lo importante es que os guste y disfrutéis los besos que os dais”.

Para acabar, esta sexóloga propone varios ejercicios para conmemorar el Día Internacional del Beso, ya sea que estemos en pareja o que nos hayamos confinado a solas y queramos anticipar las sensaciones que tendremos con los que pronto llegarán:


Durante el confinamiento

Bésate mucho, bésale mucho

Si estás solo en casa, ponte frente al espejo. Obsérvate, dedícate palabras bonitas y… bésate. Juega a mirarte a los ojos, a besar tu cuerpo y a enviarte besos a ti mismo a través del espejo. A tirarte un beso desde lejos. A acercarte y a besarte directamente en el espejo. ¡Bésate de todas las maneras posibles, pero bésate!


Lo mismo puedes hacer con otra persona, incluso si no es tu pareja. Dedicad cinco minutos al día a enviaros besos desde lejos, a besaros en las manos, en el cuello, en la mejilla. En función de la relación que tengas con esa persona, elige el cómo, el dónde y el cuándo, pero ¡hazlo! Si durante este confinamiento no tienes a nadie en casa, hazlo a través de la pantalla en una videollamada.


Más allá de la boca

Escribe en papeles pequeños los nombres de las partes del cuerpo. Dóblalos y mételos en una bolsita. En otra escribe los tipos de besos con los que quieres jugar con tu pareja. Sacad un papel de cada una de las bolsitas y ¡a besarse donde el azar decida!


Sabores, texturas y olores

Elige distintos alimentos en pequeñas porciones con distintos sabores, distintas texturas, olores, temperaturas. En un entorno cálido e íntimo, la persona que va a recibir los besos se tapa los ojos. Ve poniendo poco a poco sobre la piel los alimentos escogidos y ve jugando a ir comiendo el alimento a la vez que con tus labios vas besando o lamiendo el cuerpo de tu compañero o compañera.


Puedes usar la lengua o no, con mordiscos suaves, o solo sintiendo labios y piel. Puedes ponerle algún alimento en la boca a quien tiene los ojos tapados e ir jugando con el alimento, los labios y las lenguas. Tanto quien besa como quien es besado, jugad a sentir, a experimentar ¿qué siente el cuerpo? ¿Qué sensaciones se generan? ¿Dónde las estamos sintiendo?

ROCÍO CARMONA

Vía: lavanguardia.com


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