Mis Grandes Sabios.


"De ellos aprendí que las personas mayores no se comunican despacio, sino que han aprendido a hablar susurrando. Me hicieron comprender que no escuchan peor, sino que somos nosotros los que no sabemos hacernos entender. Aprendí que los ancianos no caminan curvados como si la tierra los quisiera tragar, sino que llevan consigo una mochila de vivencias difícil de igualar. Que las arrugas en la piel son autobiografías, y las anécdotas que nos explican son auténticos yacimientos de sabiduría. Me contaron que para llegar a ser mayor tengo que volver a jugar como un niño. Que para ganar en valentía primero tengo que perder el miedo. Que para sacar un seis doble en el dominó primero tengo que tener las siete fichas. Me dijeron que las Primeras divisiones sólo existen en el fútbol, y que en el partido de la vida todos jugamos en la misma liga. Me contaron que los bastones sólo sirven para caminar cuando no tienes a nadie en quien sujetarte. Junto a ellos aprendí a sentir el silencio, a escuchar la calma, a caminar más lento en un mundo cada vez más acelerado.

A mis abuelos, a los abuelos, a todos los abuelos".

(Raúl Romero)  La Brújula del cuidador


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