LUCHÓ CONTRA LA DICTADURA EN CUBA Y CONTRA EL FASCISMO EN ESPAÑA.
Lafita, la hispanocubana que cuidó de Pasionaria.
A los 17 años fue detenida llevando armas a los ferroviarios en huelga. Y en 1932 participó en el atentado fallido contra el General Machado.
- DANIEL JIMÉNEZ VAQUERIZO -
Cuentan que en un pequeño apartamento cercano al malecón habanero se le podía escuchar cantar el Bella Ciao o la canción del Quinto Regimiento a través de su fina voz de mezzosoprano.
Los potentes ojos azules de María Luisa Lafita Juan (Madrid, 1910) entre libros, recortes de prensa y fotos de una vida larga e intensa, rememoraban los cientos de batallas a un lado y otro del Atlántico. Sus padres, ambos militantes de la Juventud Socialista, llegaron a Cuba tras huir de España en 1912 durante el gobierno de Canalejas.
Desde niña, la protagonista de estas líneas destacó por su destreza en el deporte y los estudios. También desde temprana edad, ya en La Habana, comienza a conocer las batallas contra los gobiernos dictatoriales que se sucedían en Cuba, especialmente contra el del General Machado. Su casa, en pleno corazón del barrio de Centro Habana, era un hervidero de lucha, tanto es así que con tan solo 17 años es detenida junto a su madre tras fallar en el intento de transportar armas a unos ferroviarios en huelga desde La Habana a la ciudad de Camagüey.
El compromiso político de la familia era tal que incluso María Luisa, junto a su padre, planificó un atentado contra Machado en 1932 que resultó un fracaso y tuvo dos consecuencias directas: el asesinato del padre de Lafita y una mayor implicación de ella en las organizaciones juveniles y estudiantiles contrarias al régimen de Gerardo Machado.
El empuje de las luchas se llevó por delante a Machado tras una importante huelga general en marzo de 1933. Durante el gobierno posterior de corte progresista, liderado por Grau San Martín, y que no duró más de 100 días, fue destinada como interventora en una escuela normal con la tarea de depurar las nuevas estructuras en la enseñanza de este corto periodo. Por entonces, ya estaría afiliada a un joven y primer Partido Comunista de Cuba.
El gobierno progresista cayó tras un movimiento de Batista como jefe militar apoyado por EEUU, terminando así con una etapa de intensas reformas. Mientras, María Luisa contrae matrimonio con Pedro Vizcaíno. En una ocasión confesó que su amor se fraguó en el domicilio familiar, cuando él se escondía de las persecuciones policiales.
De La Habana al Socorro Rojo Internacional en Madrid.
La vida en semiclandestinidad de María Luisa y Vizcaíno les hacía imposible seguir en la isla, por lo que marchan a España donde aún conservaba a algunos familiares. Era 1935 y el barco a vapor Órbita les sacaría del puerto habanero, donde se quedaron su madre y su hijo Roberto, que meses más tarde conseguirían salir también de Cuba con destino Madrid. La ciudad que se preparaba para el triunfo del Frente Popular les recibía.
En el número 30 de la madrileña calle de La Montera se encontraba la pensión La Cubana, regentada por un militante comunista asturiano que había vivido en tierras caribeñas. Allí también se alojaban otros cubanos venidos de la isla y que más tarde ingresarían en las Brigadas Internacionales. Fundan el Comité Antiimperialista de Revolucionarios Cubanos, donde María Luisa ayuda dando clases de marxismo.
En Madrid entabla amistad con María Teresa León y Rafael Alberti, también lo hará con Tina Modotti, lo que le llevó a involucrarse en el Socorro Rojo Internacional hasta sus últimos días en la capital española.El 18 de julio, el grupo de cubanos alojados en la pensión se unen a la respuesta del pueblo madrileño para frenar el levantamiento fascista en el Cuartel de la Montaña. A partir de ahí, María Luisa y Pedro Vizcaíno se separarán pero por poco tiempo, él es herido mientras combatía en el frente de Somosierra y regresará a la ciudad destinado a otras responsabilidades. María Luisa ya ejerce como improvisada enfermera en el Socorro Rojo, lo hace junto a Modotti, y compartirá tareas con Matilde Landa. Como enfermera será destinada al Hospital de Maudes, por aquel entonces atestado de heridos que llegaban de los distintos frentes cercanos a Madrid: camas por los pasillos y un insistente miedo a un nuevo bombardeo.
Allí, junto a Tina Modotti, que era ya como una hermana, le tocó vivir una importante sorpresa. El doctor Juan Planelles, que dirigía el Hospital, llamó a las dos milicianas para comunicarles con gran secreto que deberían ocuparse del cuidado de un paciente especial. María Luisa queda impresionada cuando descubre que era Pasionaria quien se encuentra en la sala del hospital; sufría una importante crisis hepática que la mantuvo en cama varios días. La tarea era importante, días atrás habían muerto varios enfermos envenenados con cianuro, así que se armó de su fusil y cuidó de Pasionaria hasta que fue dada de alta.
Regreso a la Cuba de Batista.
Antes de que Madrid cayera en manos de Franco y aprovechando una amplia amnistía y la futura legalización de las fuerzas políticas en Cuba, María Luisa y su familia regresaron a la isla. Allá le esperaban años de ostracismo por las fuerzas reaccionarias, que le impedían desarrollar su trabajo como docente.
Aún le quedaban años de lucha hasta el triunfo de la Revolución en enero de 1959, tras la que integró un comité para la Reforma Universitaria. María Luisa era profesora de Historia del Arte en la Escuela de Pedagogía, y fue activista de Historia del Departamento de Orientación Revolucionaria Universitaria.
Junto a sus historias, su piano y su memoria despidió a su compañero en pleno periodo especial. Ella murió a los 93 años en 2004. Su nombre no es muy conocido en España y merece que haya nombres que no los borre el imparable paso de los años.
Publicado en el Nº 343 de la edición impresa de Mundo Obrero
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