El placer de los extraños (Irene Vallejo)

Ciertas personas dedicamos muchas horas de nuestra vida al placer desenfrenado. Lo hacemos tumbadas, sentadas, acostadas, ovilladas. En la cama, claro, pero también en otros lugares. A veces boca abajo, a veces boca arriba. Una voz nos susurra al oído y de pronto se esfuma el mundo que nos rodea. Entonces empieza el pausado ritual de las caricias: las manos acarician las páginas del libro; los ojos, las… Ver más



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