GIULIA, JUSTICIA A LA SICILIANA



(Sobre Giulia Tofana, una "justiciera" del siglo XVII, que asesinó a 600 hombres con maquillaje)

Este no es un intento de oda o canto a la justicia por mano propia, ni una justificación del envenenamiento como modus operandi. Claro que preferiríamos leer sobre historias de mujeres sentadas en una sala, hablando tranquilas, denunciando lo que les pasa, obteniendo respuestas efectivas que seden y sanen el dolor de la violencia de género pero, después de tener que leer los nombres de pibas al lado de la palabra "femicidio" cada 29 horas, con destino de papelerío y burocracia archivados, injusticia y dolor para la familia y anonimato para las víctimas, esta historia merece ser contada.

Giulia Tofana vivió durante el siglo XVII, en Italia, cuando las mujeres no tenían poder alguno (salvo casos excepcionales de nobleza y sangre azul). Como buena emprendedora y, atenta a la época, desarrolló su propio veneno y lo llamó "agua tofana", también conocida como "manna di San Nicola". El agua tofana era -como se aprende sobre el agua en la escuela- incolora, inodora e insípida. No tenía color, ni gusto, ni olor y con unas cuatro gotitas podían matar a un hombre sin ser detectado post mortem. Decidió vendérselo a las sicilianas, disfrazado como cosmético, para que pudieran asesinar a los abusivos y vivir libremente, sin ser sospechadas. Para las amas de casa, cansadas de la disponibilidad eterna del "hasta que la muerte nos separe", era una práctica solución. Para las menores obligadas a casarse por "arreglo" o "intercambios" económicos, una panacea.  Para las prostitutas con cafishios jodidos, también. Esto duró por décadas, hasta que los perspicaces agentes del orden la encontraron culpable, fue ejecutada y se convirtió en la envenenadora más exitosa de toda la historia. Como suele suceder con la "justicia" patriarcal que, aunque pasan los siglos sigue siendo la misma, Giulia fue ejecutada. Tardaron 10 años en descubrirla, pero se la dieron de comer a los gusanos. Los más de 600 hombres que durante esos 10 años maltrataron, denigraron y ejercieron la violencia contra las mujeres, siguieron libres y vivos, apañados por la complicidad machista de las instituciones hasta que, cansadas de seguramente no ser oídas, las mujeres apelaron al desasosiego y la desesperación que también, parece, venían en frasco chico.

Imagen: "Poción de amor" de Evelyn de Morgan.

#RevistaSudestada

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