El león del lago.
En una ocasión, un león se acercó hasta un lago de aguas cristalinas para calmar su sed.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en ellas y pensó:
-Dios!, este lago debe ser de ese león!!!
Tengo que tener mucho cuidado con él.
Atemorizado, se retiró de las aguas.
Pero tenía tanta sed que regresó nuevamente.
Aunque ¡ahí estaba otra vez el “león”!… ¿Qué hacer?
¡La sed lo devoraba y no había otro lago cercano!
Retrocedió.
Unos minutos después volvió a intentarlo y al ver de nuevo al “león”, abrió las fauces amenazadoramente pero, al comprobar que el otro
“león” hacía lo mismo, sintió terror. ¡Salió corriendo!
Sin embargo… ¡era tanta la sed!
Lo intentó varias veces, pero siempre huía espantado.
Como la sed era cada vez más intensa,
tomó la decisión de beber agua del lago, sucediera lo que sucediera.
Así lo hizo.
Entonces sucedió lo insospechado:
al meter la cabeza en las aguas,
el “león” simplemente desapareció!!!
El sabio Maestro dice:
“Muchos de nuestros temores son imaginarios.
Sólo cuando los enfrentamos desaparecen. No dejemos
que nuestra imaginación descontrolada usurpe el lugar de la realidad, ni nos perdamos en las creaciones y reflejos
de nuestras propias mentes…”
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