Nunca, nunca jamás
Nunca, nunca jamás
ha de arrancarse
la fruta de las ramas
y amontonarla en toneles.
El que quiera comer del amor
ha de comerlo en el sitio.
Aunque las ramas se doblen
como juncos,
aunque la fruta madura
manche la hierba
o se arrugue en el árbol,
el que quiera comer del amor
debe llevarse con él
solamente lo que le quepa
en la panza,
nada en el delantal,
nada en los bolsillos.
Nunca, nunca jamás
ha de cogerse la fruta de la rama
y almacenarla en toneles.
El invierno del amor
es una bodega de arcones vacíos
en un huerto que mulle el deterioro
Edna St. Vincent Millay
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