¡Nunca insulten a la mujer caída!…
¡Nunca insulten a la mujer caída!
Nadie sabe qué peso la agobió,
ni cuántas luchas soportó en la vida,
¡hasta que al fin cayó!
¿Quién no ha visto mujeres sin aliento
asirse con afán a la virtud,
y resistir del vicio el duro viento
con serena actitud?
Gota de agua pendiente de una rama
que el viento agita y hace estremecer;
¡perla que el cáliz de la flor derrama,
y que es lodo al caer!
Pero aún puede la gota peregrina
su perdida pureza recobrar,
y resurgir del polvo, cristalina,
y ante la luz brillar.
Dejen amar a la mujer caída,
dejen al polvo su vital calor,
porque todo recobra nueva vida
con la luz y el amor.
Poema de Víctor Hugo
(Poeta y escritor francés)
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