EL RAYO QUE NO CESA (Miguel Hernández).



Yo sé que ver y oír a un triste enfada

cuando se viene y va de la alegría

como un mar meridiano a una bahía,

a una región esquiva y desolada.


Lo que he sufrido y nada todo es nada

para lo que me queda todavía

que sufrir, el rigor de esta agonía

de andar de este cuchillo a aquella espada.


Me callaré, me apartaré si puedo

con mi constante pena, instante, plena,

a donde ni has de oírme ni he de verte.


Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,

pero me voy, desierto y sin arena:

adiós, amor, adiós, hasta la muerte.


Ilustración de Dilkabear. 


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