Ya no hay seducción.

 


 Ya no hay seducción, el romanticismo se ve como algo caduco,  obsoleto, inútil, oliendo a moho. Ahora que se sabe todo, que todo lo hemos inventado o descubierto nosotros, se va a tiro hecho,  engañándonos con que damos  los paso correctos, que pisamos firmes porque sabemos a donde queremos llegar, ignorantes de que cada persona tiene unos pasos de bailes diferentes a otras, a nosotros mismos,  otro ritmo, otras aptitudes, otras preferencias, otros aprendizajes;  no se pierde mucho  tiempo en preliminares de ningún tipo, o nos dejamos guiar por los que creemos son los que debemos hacer. Sabemos tanto que es absurdo entretenerse en pequeños e inútiles detalles de seducción, de conquistar poco a poco de paladear cada paso conseguido. El tiempo apremia en demostrar que sabemos más que nadie, que estamos experimentados más que nadie, que sabemos llevar nuestros cuerpos a una cuotas de placer donde difícilmente otra persona te llevará, o bien querer llevar el nuestro a algo que me han dicho que se consigue o ambas cosas. De ir en vanguardia del más allá, más lejos, más intenso, más perdurable...


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