¿Qué ganamos con odiar?

Con odiar no cambiamos las causas por las cuales hemos desarrollado ese sentir.

Odiando, nuestro sistema inmunológico se deprime y enfermamos.

Ocupamos nuestra mente con pensamientos dolorosos y terminamos atrayendo a nuestra vida más de esas experiencias que nos hacen daño.

Restamos energías que pudiésemos dedicar a lo que nos gusta y nos hace bien.

Contagiamos a los demás con la energía negativa que caracteriza el odio.

No es broma, nos vemos menos radiantes y atractivos, nuestro brillo natural se opaca.

Como vemos, no ganamos nada que valga la pena cargarnos en la espalda, no lo merecemos y menos lo merece aquel o aquello que despierte en nosotros ese sentimiento. Procuremos que quienes ocupen nuestro corazón y nuestra mente, sean aquellos que nos nutren a través de cosas positivas, que pensarlos nos saque una sonrisa, que valga la pena que su nombre gravite en nuestras mentes. Todo lo que genere el efecto contrario, debemos aprender a eliminarlo de nuestras vidas.


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