¡Necesitamos 8 abrazos al día!


Los abrazos son una forma particularmente íntima e intensa de expresar emociones. A través de un abrazo podemos transmitir nuestra alegría o tristeza, podemos decirle a una persona que puede contar incondicionalmente con nosotros o que comprendemos su estado de ánimo, sin necesidad de recurrir a las palabras. Sin embargo, lo cierto es que los abrazos no solo nos ayudan a conectar con los demás y a expresar lo que sentimos, también son muy beneficiosos para nuestro equilibrio emocional y para la salud del cerebro.

¿Qué sucede cuando alguien nos abraza?

Cuando alguien nos abraza, ese contacto activa los receptores de presión que tenemos en la piel, los cuales se conocen como corpúsculos de Pacini, y responden fundamentalmente ante la presión profunda. Estos receptores envían señales inmediatamente al nervio vago.

En ese momento comienzas a sentirte bien porque ese nervio se conecta con fibras nerviosas que llegan a diferentes pares craneales y desempeñan un papel importante en la regulación de la mayoría de las funciones clave del organismo, incluyendo la presión sanguínea. Por eso, como resultado de un abrazo y de la estimulación del nervio vago, disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial. De hecho, el nervio vago tiene un rol importante en el sistema parasimpático, que vendría siendo una especie de freno de mano cuando estamos sometidos a demasiado estrés o estamos sobreexcitados.

Otro cambio importante ocurre directamente en el cerebro. Un abrazo estimula la producción de dopamina, un neurotransmisor conocido como “la hormona del placer” ya que genera una agradable sensación de satisfacción que alivia el estrés y la tensión. También se ha apreciado que un abrazo basta para aumentar la producción de oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, que nos permite conectar emocionalmente con otras personas y nos anima a confiar en ellas.

Lo mejor de todo es que los efectos de un abrazo son inmediatos. Un estudio llevado a cabo hizo que un grupo de personas conversaran durante 15 minutos con sus parejas, luego algunas recibían un abrazo y otras no. Al evaluar los parámetros fisiológicos, los investigadores apreciaron que quienes habían recibido el abrazo mostraban una reducción significativa del nivel de cortisol en sangre, la hormona del estrés que tanto daño nos hace.

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