Amistad...
Amistad...
…es un espejo para la presencia y un testimonio de perdón. La amistad no sólo nos ayuda a vernos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás, sino que puede ser mantenida a través de los años sólo con alguien que en diversas ocasiones ha perdonado nuestras ofensas y cuando al mismo tiempo hemos encontrado la forma de perdonarlo. Un amigo conoce nuestras dificultades y nuestras sombras, y se mantiene a la vista, es el compañero de nuestras vulnerabilidades más que de nuestros triunfos cuando estamos bajo la extraña ilusión de que no lo necesitamos. Una corriente subyacente de amistad verdadera es una bendición exactamente porque su forma elemental se redescubre una y otra vez a través de la comprensión y la misericordia. Todas las amistades, tengan el tiempo que tengan, están basadas en un continuo y mutuo perdón. Sin tolerancia y misericordia, toda amistad muere…
Pero sin importar las virtudes medicinales de ser un verdadero amigo o de mantener una relación de largo plazo con otro, la piedra de toque final de la amistad no es mejorar, ni a uno mismo ni al otro, la piedra de toque última es la presencia consciente, el privilegio de haber sido visto por alguien y el hecho de que se nos haya concedido el privilegio de ver la esencia del otro, de haber caminado con él y haber creído en él, y a veces, el simple hecho de haberlo acompañado por un breve lapso de tiempo, en un viaje imposible de lograr a solas.
David Whyte
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