Una niña siria con miedo y determinación en los ojos levantando las manos en un gesto de rendición al confundir la cámara que la apuntaba con el cañón de un arma. 

Niños como ella, no saben que no deben salir mañana porque es Navidad, ni de no reunirse con su familia porque lo más seguro es que ya no la tienen, y ni cenaran, y ahí siguen, encima con un virus que no tienen ni para protegerse lo más mínimo. ¿De qué puñetas nos quejamos?

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