De profundum...
Uno tiene que hundirse en el agua, cavarse un pozo, si es preciso, ahogarse, dejarse anegar por el mutismo ensordecedor, sustraerse.
La unica forma de revestirse de gravedad y seguir el viento de las cosas que importan es dejando que lo intenso y lo inminente te cubra.
Y entonces, con el tiempo y con tiempo, aprendes a sentir todo diferente.
Cuando uno está solo, en comunión con la soledad, alli en las entrañas, en el centro del alma, donde solo te acompaña la respiración. En esos instantes empiezas a ser niebla y en esa hermosa y silenciosa quietud, te nace un corazón.
Todo lo demás desaparece.
La niebla se aclara, y entonces vuelves la respiración a alguien, te arriesgas, te expones.
Uno tiene que buscar profundidades y sumergirse solo con ese corazón, de ser posible, lo más hondo que se pueda. Y dejarlo ver la oscuridad, que se empape en ella, y después, mucho después, dejarlo ver, dejarlo tener esperanzas.
Y a partir de allí, es cuestión de tiempo, de sentarse a esperar, sin prisas hasta que llegue el amor. Y te dejas suelto, te dejas llevar por lo nuevo que te está invadiendo, y sin darte cuenta te vuelves otro.
Y te descubres feliz y te escuchas por primera vez, puedes oírte en el escándalo de tu voz. Estás totalmente en ti.
Pero primero uno tiene que apagarse y sumergirse, primero te tiene que invadir la soledad, eso siempre es primero y mucho después llega el amor.
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