Lo sutil.
El ser humano posee el privilegio de lo sutil.
Tenemos mil oportunidades de practicarlo a diario, en pequeñas dosis, y no lo hacemos lo suficiente. Somos bruscos la mayoría de las veces.
La sutileza va unida a la paciencia.
A mirar bien lejos. No se asciende en un trabajo a base de menospreciar la tarea del otro, sino apoyándola y demostrando cada día que tú estás ahí y resuelves. No se trajina una amistad por aceptar una solicitud en Facebook, sino prestando atención real a quien te interesa.
Es más fácil aconsejar que dar ejemplo.
Lo sutil es elegancia.
Saber posicionarte frente al mundo sin dañar, encontrar caminos para mostrar afecto que no sólo sean corazones en Whatsapp, buscar momentos tontos para decir aquí me tienes.
Este viaje es largo, por mucho que parezca que se nos escape, y los compañeros de excursión no se ganan en un día.
Lo sutil es generosidad.
Es no pretender ganar partidas ni entender la vida como una competición. Es no llevar las cuentas de agravios, sino actuar por cómo eres tú. No por cómo tú piensas que los demás se merecen que tú actúes.
La sutileza es enemiga de rupturas salvajes, de rencores permanentes, de palabras huecas, de lamentos a gritos. Cuando se vive con elegancia te alejas de lo negro sin hacer ruido, te rodeas de ángeles que te aceptan, te organizas los días sin justificaciones, te paseas por el mundo sin mirar para atrás.
Podemos ser así.
www.salvador-navarro.com
(Pintura de Loribelle Svirovski)
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