HUGO BOSS - EL COSTURERO DE HITLER



El 8 de julio de 1885, en Metzingen-Alemania, nace Hugo Ferdinand Boss; fundador de la conocida firma de ropa «Hugo Boss» que es sinónimo de calidad, elegancia y, sobretodo, alta costura. Sin embargo; Hugo Boss era conocido en la Segunda Guerra Mundial por algo muy distinto: fabricar los trajes para las tropas nazis dirigidas por Hitler y usar a prisioneros judíos como mano de obra. Este costurero alemán fue durante años el sastre del Tercer Reich. 

La historia de Hugo Boss comienza en 1923, año en que el modista fundó un pequeño taller de sastrería en Metzingen. Allí, como afirma el historiador y periodista Jesús Hernández en su libro «100 Historias secretas de la Segunda Guerra Mundial» «el sastre se dio cuenta de que el negocio era vestir a las tropas hitlerianas».

Corría el año 1931 y Alemania vivía asolada por las duras condiciones que le habían impuesto los aliados por ser la nación que, de forma «oficial», había iniciado la Primera Guerra Mundial. Alemania se encontraba en la ruina y estaba obligado a pagar grandes impuestos (reparaciones de guerra) al bando vencedor. Esto, unido a la gran crisis económica de 1929, había dejado a Alemania en el ostracismo.

En esa época, un joven Adolf Hitler había tomado las riendas del Partido Nazi y su discurso comenzaba a convencer a muchos alemanes. Y, al parecer, Hugo Boss fue persuadido por dicho discurso. «En abril de 1931, cuando aún Hitler no había llegado al poder, Boss que entonces tenía 46 años, decidió alistarse en el Partido Nazi. Su número de afiliado sería el 508.889» afirma Hernández.

En 1933, tras pasar multitud de calamidades económicas, Hugo Boss había decidido que su futuro sería proporcionar la indumentaria a las «Waffen SS» (un cuerpo de elite creado por Hitler para su protección, entre otras funciones), las SA (una organización paramilitar del partido nacionalsocialista), y las Juventudes Hitlerianas. Las ventas comenzaron a incrementarse y Hugo Boss publicó un anuncio en un diario local afirmando lo siguiente: «Uniformes de las SS, las SA y las HJ. Ropa de trabajo, de deporte y de lluvia. La hacemos nosotros mismos, con calidad buena y reconocida y a buenos precios. Boss. Ropa mecánica y de trabajo, en Metzingen. Firma homologada por las SA y las SS. Uniformes con la licencia del Reich». Su futuro acababa de quedar sellado. Desde ese momento los pedidos del ínfimo taller se multiplicaron. «Años más tarde, en 1935, Boss decidió abandonar la fabricación de ropa civil y dedicarse exclusivamente a la confección de uniformes. Seguramente, a Boss no le pasó desapercibido el dato de que entre miembros de las SS, SA y Juventudes Hitlerianas sumaban un total de tres millones y medio de uniformes, y que alguien debía de fabricarlos» sentencia Hernández.

Hugo Boss acertó de lleno, como explica el historiador: «La diversidad del vestuario del Tercer Reich debía ser atendida. Por ejemplo, el vestuario tipo del militar alemán podía tener hasta ocho uniformes distintos: el de campaña, el de servicio o diario, el de guardia, el de parada, el de presentación, el de paseo, el de trabajo, el deportivo y el de sociedad, este último solo para los oficiales».

El negocio progresa

Los pedidos llegaron a cientos hasta Metzingen, lo que provocó que Boss se planteara comprar en 1939 una fábrica de telas para ahorrar costes en el proceso de creación de las prendas. El mercado era sin duda favorable para la marca. Además, sudedio un hecho que convertiría a Hugo Boss en una de las marcas con más beneficios en Alemania: la invasión de Polonia por parte de las tropas nazis el 1 de septiembre de 1939 . La maquinaria militar de Hitler se puso en marcha y alguien tenía que proporcionar la vestimenta a todos aquellos soldados que recorrerían medio mundo. El elegido, como no podía ser de otra forma, fue aquel sastre que trabajaba en Metzingen.

Además, y según explica Hernández, la guerra amplió el mercado del modista, que ahora recibía multitud de nuevos pedidos, algunos incluso de la Wehrmacht (las fuerzas de tierra, mar y aire del ejército alemán). «En el taller de Metzingen llegaron también pedidos de la Sección de Vestuario (Bekleidung) y del Estado Mayor (Stab), perteneciente a la Oficina de Asuntos Generales del Ejército (Allgemeines Heeresamt)»

Boss era, en ese momento, un empresario acaudalado cuyo producto era conocido en toda Alemania. «El pequeño taller de Metzingen se convertía así en la segunda compañía textil más importante de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial» Aunque la guerra significó el aumento de los pedidos para Boss, le provocó también una serie de problemas. El primero de ellos tuvo que ver con la disminución de la entrada de insumos a través del comercio, lo que provocó la escasez de materias primas para confeccionar los trajes. A esta dificultad se unió además el recorte en el presupuesto destinado a los uniformes que hizo el Gobierno Alemán, ya que necesitaba el dinero para la investigación armamentística.

Boss utilizó esclavos procedentes de campos de concentración. Según afirma Hernández.

A su vez, los alemanes discurrieron otras formas de conseguir materias primas: requisárselas a sus enemigos. «Las necesidades de vestuario del Ejército alemán nunca se pudieron cubrir completamente debido a la escasez de materias primas. Por tanto, las tropas germanas se vieron forzadas a requisar toneladas de ropa en los países ocupados» destaca el historiador.

Otro problema que se le planteó a Boss fue la falta de trabajadores. Sin embargo, en su ayuda acudieron de nuevo las tropas de Hitler: «Hugo Boss no dudó en utilizar mano de obra de trabajadores esclavos procedentes de los países ocupados, sobre todo mujeres polacas. Entre 1940 y 1941, trabajaron treinta prisioneros franceses. Además las SS facilitaron a Boss la incorporación de una veintena de trabajadores polacos procedentes de campos de concentración», informa Hernández.

Al finalizar de la guerra, aproximadamente en 1945, las cosas cambiarían radicalmente para Hugo Boss, que pasó de ser un empresario reconocido a ser acusado por el nuevo Gobierno de colaboracionista con el nazismo. «Hugo Boss fue declarado por las autoridades aliadas ‘beneficiario’ del régimen nazi y su empresa fue calificada de ‘importante’ en el entramado económico del régimen de Hitler, dos condiciones que determinaron que Boss perdiera el derecho al voto y una multa de 80.000 marcos» A pesar de la gran cantidad de la multa, el dinero no era un problema para el sastre. «Este importe lo pagó con el dinero obtenido gracias a la venta de grandes cantidades de seda, que utilizaba para confeccionar paracaídas. Boss había comprado la seda en el mercado negro durante la contienda» explica Hernández.

Después de ser multado, Hugo Boss decidió cambiar los trajes militares que confeccionaba por uniformes de trabajo. «A la vez, presentó un recurso ante los tribunales de justicia para limpiar su nombre. Sin embargo, Hugo Boss nunca obtuvo el perdón del Gobierno de la nueva República Federal de Alemania. Murió en 1948» sentencia el periodista. 

Tras la reconversión de la empresa, los descendientes de Hugo: Siegfried Boss y Eugen Holly, decidieron cambiar radicalmente el negocio y buscar una nueva dimensión para sus futuras colecciones de ropa. «Orientaron el negocio hacia ‘los triunfadores y los jóvenes hombres de negocios’, según reza la publicidad de la marca del año 1953». Finalmente, 20 años después la empresa creció sustancialmente y, en la actualidad, se ha convertido en una marca que es sinónimo de elegancia y es usada por todo tipo de personajes famosos . «Hugo Boss se lanzó a patrocinar acontecimientos deportivos y culturales de todo tipo, consiguiendo transmitir una dinámica imagen de modernidad. En 1985 cotizó en Bolsa, hasta que en 1991, el imperio italiano de la moda Marzotto adquirió el 50,4% de las acciones» finaliza Hernández.


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