A mis hijos.



 No quiero que te parezcas en lo más mínimo a mí, ni siquiera en una pestaña. No eres la continuación ni de mi apellido, ni de mi a veces maligna forma de ser. No eres mi apéndice, eres más... eres única e indispensable.

No serás lo que nunca pude ser, ni te lanzaré por los senderos que yo hubiera querido recorrer.

Eres sencilla y llanamente diferente, desafiante al exponer tus puntos de vista y realmente quisiera que seas tu propia escultora, que tu cincel haga pedazos las asperezas y redondee las puntas que te afligen.


Eso solo lo puedes hacer tú, no fabriques tus cimientos y columnas sobre nadie, sé fuerte, sé digna.

Pero sobre todas las cosas del mundo, solo te pido algo: Sé todo lo que quieras ser, mientras te haga feliz: Vende helados, ilusiones, compra nubes, pendientes, zarandea a la vida y no sigas a los demás, no creas en lo que te digan, solo hazlo si a ti te apetece.

Sé timón, nunca ancla, sé mar..."


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