Ella es cariñosa, tímida, lúcida e inteligente. Va a cumplir 90 años.

 


Era una pequeña de 6 añitos cuando una madrugada de 1937 en un pueblo de Extremadura los fascistas, entre insultos y gritos de terror, sacaron a sus padres de la cama a brutales empujones y culatazos de mosquetón los llevaron a la calle. En el mismo portal los fusilaron frente a sus infantiles ojos.

Horrorizada, escuchaba como en la planta de arriba golpeaban y violaban a su hermana de 14 años, luego, con el camisón ensangrentado y el rostro desencajado, pudo ver que se la llevaban en un camión. Jamás volvió a saber de ella.
Se crió en un orfanato franquista donde vivió y sufrió, entre miles de niños, abusos sexuales, maltratos, hambre, vejaciones, operaciones experimentales, robos de bebés y esclavitud.
Los curas los llamaban "hijos del pecado" por el simple hecho de ser hijos de republicanos, familias pobres o hijos de madres solteras.
Le apasionaban los libros, la poesía y la pintura pero jamás le permitieron estudiar. Con 13 años pasó a servir en la mansión de unos señoritos, devotos cristianos y franquistas.
Después de toda una vida de ignorancia impuesta y servidumbre, sobrevive con una mísera pensión. Como siempre quiso aprender, una amiga más joven le enseñó Internet y tiene un perfil donde contacta conmigo desde hace años.
Me pide anonimato porque tiene el terror incrustado en la médula de los huesos. Pero me pregunta, con pasión, como puede colaborar en el crowdfunding de mi productora de cine Memoria Histórica Film y a mi se me saltan las lágrimas entre la rabia y la impotencia.
Mientras, en este putrefacto régimen borbónico franquista español, Almeida, sostenido por los fascistas, después de quitar los nombres de las víctimas del franquismo y los versos de Miguel Hernández del cementerio de la Almudena, retira a martillazos la placa de Largo Caballero

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