El colosal Monumento al Renacimiento Africano de Senegal, construido por Corea del Norte.



Que una empresa de Corea del Norte llamada Mansudae Overseas Project Group of Companies exista ya suena algo raro. Que además se dedique a construir megaesculturas que suscitan acaloradas suspicacias, por millones de dólares y en un estilo que algunos perciben como retro-soviético y otros como socialismo-realista norcoreano, no mejora mucho su imagen.

Realizado en bronce, es la estatua más alta de África con sus 49 metros, pero solo la 38 más alta del mundo (la primera es el Buda del Templo de Primavera de Lushan en China, con 128 metros de altura).

Representa a una familia con un hombre, una mujer y un niño que se alzan frente al mar en la ciudad de Dakar, sobre una colina de 100 metros de altitud a la que se accede por una escalinata.

Las críticas comenzaron desde el mismo momento de su construcción, y se incrementaron después de ver el resultado, muy similar estilísticamente al realismo socialista norcoreano, y con pocas semejanzas a los auténticos rasgos físicos africanos. También se le ha calificado de sexista, ya que representa a la mujer claramente subordinada al hombre y en un segundo plano.

Por otro lado Senegal es de mayoría musulmana, y la representación de figuras humanas tampoco fue demasiado bien vista por los imanes locales, que consideran al monumento idólatra. No ayudó que el presidente del país comparase a la escultura con Jesucristo, ni que reclamase para sí el 35 por ciento de los beneficios obtenidos del turismo por el monumento.


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