EDITH PIAF. Non, Je Ne Regrette Rien, Subtitulado
Édith Piaf, la inigualable cantante francesa nacida en un barrio humilde que puso al mundo de pieDe voz sin igual, potente, tan soberbia como dolida. Su talento y carácter la ayudaron a vencer cada obstáculo excepto los fantasmas de su mente y las adicciones. Lejos de ser color de rosa, su vida trascendió los tiempos y aún se la canta en el aire de París. Se cumplen 57 años de su muerte
autor
Por Fernanda Jara
10 de Octubre de 2020
mjara@infobae.com
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
30 de diciembre de 1960, Edith Piaf emociona al público sobre el escenario del teatro Olympia, en París. (Archivo AFP Photo)
30 de diciembre de 1960, Edith Piaf emociona al público sobre el escenario del teatro Olympia, en París. (Archivo AFP Photo)
No, nada de nada, no me arrepiento de nada; ni del bien que me han hecho, ni el mal; todo eso me da igual. No, nada de nada, no me arrepiento de nada; está pagado, barrido, olvidado, no me importa el pasado...
Non, je ne regrette rien (No, no me arrepiento de nada) es una de las últimas canciones que Édith Piaf quiso grabar y que cantó por primera vez frente a un auditorio que la escuchaba absorto el 10 de noviembre de 1960. Y la interpretó dejando todo de sí en cada palabra. Su cuerpo cansado se despedía mientras cantaba aquella canción que le llegó de manos de unos jóvenes atrevidos que tocaron a su puerta avisando que tenían una composición escrita para ella que, con solo 44 años, había decidido bajarse de los escenarios. “¡Escucharé solo una vez!”, dijo apurada por volver a la cama que cuidaba su depresión y físico agobiado desde la trágica muerte de su gran amor.
Los jóvenes eran Michel Vaucaire y Charles Dumont, quien tímidamente la cantó cuando pudo sentarse frente a piano. Lo escuchó con desgano, pero tras las primeras líneas, le pidió que la repitiera. Le gustó. Supo que allí había un éxito mundial que aún hoy sigo emocionando por su letra y por todo lo que ese himno de reconciliación con el pasado significó en su vida, tan golpeada desde el instante en que llegó a este mundo.
Los primeros años de Édith: de cantar en la calle a su primer contrato discográfico
Édith Giovanna Gassion nació en París (Francia) durante la Primera Guerra Mundial, el 19 de diciembre de 1915. Nació literalmente en la calle luego de que su padre, Louis Alphonse Gassion, decidiera celebrar la llegada de su hija abandonando a su madre cuando comenzó el trabajo se parto. La mujer, con pocas fuerzas, apenas pudo salir a la calle para pedir ayuda sin lograrla y sin poder llegar al hospital por sus medios: sola, dio a luz debajo de un farol frente al número 72 de la calle de Belleville, en París.
Algún presagio había marcado la calle como el hogar de la pequeña, hija de Annetta Maillard, una cantante ambulante, y de un acróbata nacido en Normandía. Ninguno se haría cargo de la niña en sus primeros años: Annetta, cansada de vivir sumida en la pobreza, dejó a la pequeña con su madre, quien la alimentaba con vino en lugar de biberones. Más tarde, la abuela materna llamará a Louis para que haga cargo de Édith.
El hombre se la llevó y poco después fue incorporado al ejército para pelear en la Primera Guerra Mundial. La niña se quedaría con la abuela paterna y dueña de una casa de prostitución. Allí, será criada por las prostitutas de la casa.
A los 17 años, Edith dejó su casa, decida a comenzar su carrera como cantante. (AFP PHOTO)
A los 17 años, Edith dejó su casa, decida a comenzar su carrera como cantante. (AFP PHOTO)
Tras la guerra, Louis regresó por Édith y la lleva a vivir junto con un circo itinerante donde él es uno de los artistas, luego sigue su vida como artista ambulante. Siempre con poco dinero y falta de alimentos. Tanto él como su madre llevaban a la niña cuando actuaban: fue entonces cuando la necesidad y todos sus sentimientos afloraron en su voz. Años después confesaría en una de las últimas entrevistas que la música fue la que le devolvió la vida: “Si no cantara, voy a decir algo muy feo, me suicidaría”, confesó.
Mientras Édith cantaba junto a su padre en las calles de París, sin quererlo repetía la historia de su madre, también cantante ambulante. La niña, tímidamente parada en una esquina, interpretaba las canciones populares y veía cómo comenzaban a caer a sus pies o dentro de su boina algunas monedas, escuchaba los primeros aplausos y veía miradas de respeto. Las que les fueron negadas a su madre y a su padre, en esas mismas calles.
Toleró esa vida hasta los 14 años, cuando, convencida de su talento, decidió abrirse camino sola cantando en la Plaza Pigalle, Ménilmontant, y en los suburbios de París.
Édith Piaf nació el 19 de diciembre de 1915 en París. Sigue siendo una de las cantantes más respetadas de Francia. (AFP PHOTO)
Édith Piaf nació el 19 de diciembre de 1915 en París. Sigue siendo una de las cantantes más respetadas de Francia. (AFP PHOTO)
Tres años después, en 1933, se enamoró por primera vez. Conoció a Louis Dupont, un mozo, con quien tuvo a su única hija, Marcelle. La niña murió de meningitis a los 2 años, en 1935. Quedó devastada.
Édith —ya conocida como Le Môme Piaf— se recuperó del gran golpe y se puso de pie pensando en su carrera. Pese a su corta edad no era la primera vez que debía regenerarse de sus propias cenizas y cantar era lo único que le importaba.
Llegó su primer salto artístico: en 1936, firmó su primer contrato discográfico (con Polydor) y grabó su primer disco, Les Mômes de la cloche (“Los niños vagabundos”). Fue un éxito. Éxito que duró poco porque la vida la golpeaba nuevamente.
En abril de ese año, Louis Leplée, el dueño del cabaret donde cantaba todas la noches, que la sacó de las calles y a quien quiso como a un padre, fue asesinado. Con ese crimen quedaron al descubierto los manejos turbios del hombre y Édith quedó en medio del escándalo y sufrió un revés en su prometedora carrera: otra vez a cantar en las calles y en cabarets de mala reputación.
No pasó mucho tiempo para que aquella que creían gorrión comenzara su camino de ave fénix. Buscó a un viejo compositor, que la pretendía y ella supo hacer uso de sus encantos y los manejó a su antojo (otras de las características por las que Edith era señalada). Así, Raymond Asso se unió a ella y la ayudó a convertirse en lo que deseaba ser: una cantante profesional del music hall.
La consagración de Édith Piaf y la historia de amor con el boxeador Marcel Cerdan
Corría 1937. En marzo se presentó por primera vez en un music-hall en el teatro ABC de París. Su estrella otra vez dijo presente y una vez más el público cayó a sus pies: hacían filas para verla y se detenían cada vez que una de sus interpretaciones sonaban en la radio. Su poderosa voz todo lo podía, incluso lograr que ese público olvidara cuánto odio le había tenido por su relación con Leplée.
Édith Piaf, un ícono en la música francesa. Admirada por el mundo. (Creative Commons)
Édith Piaf, un ícono en la música francesa. Admirada por el mundo. (Creative Commons)
El año 1941 representó en su vida profesional la llegada a la pantalla grande: fue parte del elenco de la película de Montmartre-sur-Seine, del director Georges Lacombe. Su mundo parecía perfecto aunque afuera de los teatros continuaba la Segunda Guerra Mundial.
No fue indiferente: en el momento en que sucede la ocupación alemana decidió cambiar su nombre artístico de “La Môme Piaf” por el de “Édith Piaf” y desafiando a la ocupación nazi no dejó de cantar. Es más, sus biografos coinciden en que ayudó a los perseguidos por el régimen alemán.
“Ella interpreta canciones con un doble sentido evocando la Resistencia cuando interpreta Tu es partout (Estas en todas partes) en la que alude a la traición de un amante. En este período tan difícil para todos los habitantes de Francia, Piaf se erige como protectora de los artistas judíos, perseguidos por las autoridades alemanas”, revela una de sus biografías fílmicas.
Con la llegada de la primavera de 1944 llegó al Moulin Rouge. Allí conoce al cantante Yves Montand con quien mantuvo una relación, profesional y amorosa, durante un año.
Play
Edith Piaf interpreta "La vie en rose" en el teatro Olympia. 4 marzo de 1954.
Al año siguiente, aun desafiando a la guerra, escribió la canción que la consagraría y por la que aún se la recuerda: La vie en rose, y la interpreta en la Comédie-Française. Sobre el escenario los éxitos continuaban mientras que debajo, en soledad o entre amigos, los excesos incontrolables con el alcohol comenzaban a jugarle malas pasadas.
En 1947 sucedió lo que esperaba: inicia su primera gira por los Estados Unidos que la llevará en 1948 a Nueva York. Allí conoce al que fuera el gran amor de su vida, el boxeador francés de origen argelino, Marcel Cerdan, quien había ganado el campeonato mundial de peso medio el 21 de septiembre de 1948.
El amor que vivió junto a Marcel le devolvió la paz. A su lado conoció la felicidad y pudo también controlar su adicción al alcohol. El hombre la ayuda a sacar su mejor versión debajo del escenario y cuando las luces se apagaban. Todo era perfecto y no estaba acostumbrada a ello...
“La Niña Gorrión” terminó de trasmutar en Ave Fénix en el 28 de octubre de 1949. Estaba en Nueva York esperando por Marcel que viajaba desde París. Lo amaba como jamás había amado a otra persona, no solamente a un hombre. Édith ya había sufrido un accidente automovilístico que había dejado serias secuelas y dolor en el cuerpo. Había llegado hasta dónde había soñado. Solo le restaba disfrutar de la vida. Quería hacerlo.
Pero la vida, una vez más más, mostró que tenía otros planes para la parisina que vivió una infancia de carencias. Aquel día, Marcel había tomado un vuelo de París a Nueva York para volver a su encuentro. No llegó. El avión se estrelló sobre el Pico da Vara, una montaña de la isla de São Miguel, en el archipiélago de las Azores. Marcel y los 48 tripulantes murieron por el impacto.
Play
En 1950, Edith Piaf escribió "Hymne à l'Amour" para la memoria de su gran amor, Marcel Cerdan.
No lo soportó. El dolor cada vez más intenso en su cuerpo (que comenzaba a enfermar) fue mínimo al que sentía con la pérdida de Marcel. Una vez más, la muerte de un ser amado la golpeaba. La depresión se apoderó de su poca salud.
Édith apenas podía mantenerse en pie y lo hacía con altas dosis de morfina, a la que se hizo adicta. Como homenaje a su relación con el boxeador, Édith cantó una de sus más sentidas interpretaciones: Hymne à l’amour. Fue tal la conmoción nacional por ese noviazgo que lo versionaron en la película Édith et Marcel.
“El cielo azul sobre nosotros puede desmoronarse y la tierra bien puede desmoronarse, no me importa si me amas. (…) Si un dia la vida te arranca de mi, si te mueres y estás lejos de mí, no me importa si me amas porque yo también moriría. Tendremos la eternidad para nosotros en el azul de toda la inmensidad, en el cielo, no más problemas, mi amor. ¿Crees que nos amamos? Dios reúne a los que se aman”. Himno al amor, Édith Piaf y Marguerite Monnot .
Los últimos años en la vida de Edith Piaf
Tuvo nuevos amantes. Sí. Los buscaba y los mantenía hasta cuándo y dónde quería: Marlon Brando, Yves Montand, Charles Aznavour y Georges Moustaki fueron algunos.
Aznavour —un joven cantautor en 1951, cuando lo conoció— fue su secretario personal y más tarde letrista de algunas de las últimas canciones que interpretó. Nadie asegura si volvió a enamorarse, pero le cantaba al amor y el amor era necesario para su vida. El 29 de julio de 1952 volvió a contraer matrimonio con otro cantante francés, Jacques Pills, de quien se divorció en 1956.
Durante ese matrimonio, en 1953, decidió comenzar un programa de desintoxicación por su adicción a la morfina.
El 30 de diciembre de 1960, Édith Piaf posa con el compositor Charles Dumont en París.
El 30 de diciembre de 1960, Édith Piaf posa con el compositor Charles Dumont en París.
Tras un nuevo divorcio se consagró como la artista de music-hall más aclamada, especialmente en los Estados Unidos. Allí inició una nueva relación con Georges Moustaki, a quien promueve en la canción. En 1958, la pareja sufre un grave accidente automovilístico que empeoró la ya abatida salud de Édith y su dependencia de la morfina regresa.
Edith no estaba bien. Sufría dolores en todo el cuerpo y nuevamente dependía de la morfina para estar en pie. Su cuerpo diminuto, siempre vestido de negro, apenas podía ocultar las dolencias ante el público. O así lo creyó hasta 1959, cuando se desmayó mientras ofrecía un concierto en Nueva York.
Fue sometida a un sinfín de intervenciones quirúrgicas. Apenas se recuperó un poco quiso regresar a París. Lo hizo sola: Moustaki puso fin a la relación. Al llegar a Francia, le ofrecieron la canción Milord, otro de sus éxitos, compuesta en 1959 por Moustaki y música de Marguerite Monnot.
Sin notarlo el público, o no del todo, quizás sabiéndolo ella, su vida comenzaba lentamente a apagarse.
En 1961, Piaf ofrece los considerados como mejores conciertos de su vida: memorables y emotivos, así fueron calificados. Fue en el Olympia de París, teatro al borde de la quiebra, pero que era su favorito. Allí interpretó por primera vez Non, je ne regrette rien.
Édith Piaf y Théo Sarapo arriban a Bruselas. (Archivos Belga REUTERS)
Édith Piaf y Théo Sarapo arriban a Bruselas. (Archivos Belga REUTERS)
La canción —o “la” canción— fue compuesta por Charles Dumont, en 1956, quien se la ofreció personalmente asegurándole que la había escrito para ella y que creía describía lo que la mujer sentía y sufría en silencio. No lo creyó, pero apenas escuchó las primeras frases supo que ese sería el tema con el que regresaría a la vida o a los escenarios, para ella era lo mismo.
Gracias a Non, je ne regrette rien, canción que llegó cuando había decidido dejar su carrera con apenas 44 años, salvó al teatro y volvió a cantar porque, como lo había confesado, cantar era para ella una manera de mantenerse con vida.
Theo Sarapo, otro joven cantante, llegó a su vida y mantuvieron una relación que la propia Edith consideró como “de un hijo que cuida a su madre vieja”. Se casó con él el 9 de octubre de 1962.
Quizás presagiando su final quiso dejar sus pertenencias a alguien. Tenía 46 años. Estaba cansada, enferma, agotada y su salud empeoraba con los días. Su dependencia a altas dosis de morfina era constante... Pero no se rendía: en los primeros meses de 1963 grabó L’Homme de Berlín, su última canción compuesta por Francis Lai y M. Vendôme.
El 10 de octubre —algunas biografías afirman que el 11— Edith muere tras una larga pelea contra un cáncer hepático.
Tumba de Edith Piaf en el cementerio Pere Lachaise en París, Francia
París, Francia - Agosto de 2011. (Foto de Paul Brown / Shutterstock)
Tumba de Edith Piaf en el cementerio Pere Lachaise en París, Francia París, Francia - Agosto de 2011. (Foto de Paul Brown / Shutterstock)
Su muerte fue anunciada el 11 de octubre, día en que muere su amigo, Jean Cocteau, que pocas horas antes, al saber de la muerte de Édith dijo: “El barco se acaba de hundir. Este es mi último día en esta tierra. Nunca he conocido un ser más desprendido de su alma. Ella no la reservaba, ella la regalaba, la prodigaba, tirando el oro por las ventanas".
Su cuerpo fue embalsamado y enterrado en el cementerio de Père Lachaise, en París, con el homenaje de una multitud de admiradores. Pese a su fe cristiana, la Iglesia de Francia prohibió que se le hicieran exequias religiosas por ser una mujer divorciada.
L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano aseguró que Piaf vivía “en pecado público” y que era un “ídolo de la felicidad prefabricada”. Pese a eso, el capellán de teatro y la música, el padre de Villaret Thouvenin bendijo su tumba.
💞💞💞💞💞🌻🐝
ResponderEliminar