La vecina que no lavaba bien.


 Una pareja de recién casados se mudó a un barrio muy tranquilo.

En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer observó a través de la ventana, que una vecina colgaba las sábanas en el tendedero.

- ¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! - dijo la mujer 

- Quizás necesite un jabón nuevo o alguien que le enseñe a lavar. 

- ¡Si yo fuese su amiga, le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar las sábanas.

El marido miró y se quedó callado.

Una semana después, nuevamente, durante el desayuno, la vecina colgaba sábanas en el tendedero y la mujer repetía su discurso a su marido. 

- ¡Nuestra vecina continua colgando las sábanas sucias!

- ¡Si yo no fuese tan tímida, le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar las sábanas.

En la segunda y tercera semana, la mujer seguía repitiendo su discurso a su marido, juzgando a la vecina con sus sábanas sucias.

Había pasado un mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas bien limpias, y entusiasmada fue a decir al marido. 

- ¡Mira, ella aprendió a lavar las sábanas! 

- ¿Será que otra vecina le enseñó?… 

- Por qué yo no hice nada.

El marido le respondió: 

- ¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los cristales de nuestra ventana!

La vida es así. Todo depende de la limpieza de nuestra ventana, a través de la cual observamos el mundo.

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