Cuando te enrollas con quien no debes.
Dicen que los españoles hacemos poco el amor. Pues imagínense si encima descontásemos todas las veces que lo hemos hecho con quien no debíamos y después nos hemos arrepentido... Seguro que ahora se están acordando de alguien. Sí, sí, qué risa... Pero piensen que hay gente que ahora se están acordando de ustedes.
La causa principal por la que acabas acostándote con alguien que no te conviene es... el alcohol. Todo empieza cuando una noche te vas de fiesta, te tomas unas copas... y de repente empiezas a acordarte sin venir a cuento de un ex... Y te dices: "No pienso enrollarme nunca más ningún tío. ¡Los hombres son todos unos cerdos...!" Y esto es lo último que recuerdas. Por la mañana te despiertas, y ves a tu lado durmiendo a un señor calvo con coleta.
- Muy bien, calma. A lo mejor esto no es lo que parece.
Y efectivamente no es lo que parece. Es peor. En ese momento el tío se da la vuelta y te pregunta:
- ¿Dónde están los otros tunos?
La única ventaja es que por lo menos a éste no lo vuelves a ver.
El problema es cuando, en un momento tonto, te enrollas con un amigo. Porque quien tiene un amigo, tendrá un tesoro, pero quien tiene un rollo con un amigo, tiene un marrón. Un día estáis viendo una peli en el sofá, como tantas veces, y de repente sin saber por qué, os quedáis mirando fijamente el uno al otro. Ése es el instante exacto en el que dices: "Vale, aún puedo elegir, ¿Doy el paso y la cago, o me quedo como estoy... y me hincho a chocolate?". Y al final dices: "¡Coño, Anabel, un poco de voluntad! Si cada vez que hay que elegir entre el ejercicio y el chocolate, eliges el chocolate, te vas a poner como una vaca...".
Lo que pasa con estos rollos es que el marrón es de efectos retardados... A la mañana siguiente te arrepientes porque piensas "He perdido a un amigo a cambio sólo de doce orgasmos...", pero aún tienes esperanzas: "Nuestra amistad es superfuerte, no hay quien la hunda". ¡Ya, eso pensó Leonardo di Caprio antes de subirse al Titánic! Y es que un polvo es a la amistad como un iceberg a un barco. En cuanto entra líquido por la grieta... eso se hunde.
Luego hay gente a la que le da por enrollarse con los novios de los demás. Que aquí yo me cabreo: coño, si lo que te pone son los tíos comprometidos, ¡líate con un médico sin fronteras!
Puede que ninguno de ustedes se haya metido nunca en un lío de éstos. Porque no se han emborrachado nunca, no tienen amigos, pero... ¡un compañero de trabajo... tenemos todos! A no ser que seas farero. Y el problema de enrollarte con un compañero es que al día siguiente tienes que disimular las ojeras y el mapa de Australia que llevas en el cuello. Así que te pones la gabardina, unas gafas de sol, y apareces en la oficina disfrazada de Matías Prats, padre.
Bueno, si sólo es un día, logras salir del paso, pero... a veces, volvemos a tropezar con la misma piedra. ¡Es que hay piedras que están muy buenas!
Y si no te interesa que se sepa, porque la piedra está casada... o es cura, tienes que andarte con ojo. Os tenéis que inventar un lenguaje secreto para comunicaros en la oficina. Pero, claro, como ellos son tan poco sutiles, si quieres quedar con él y le dices: - Carlos, hoy a las siete tenemos que repasar el balance...
Seguro que él te contesta:
- Vale, yo llevo los condones.
Y lo que tiene que ser terrible es enrollarse con el jefe. Aquí lo malo es que si no te satisface en la cama, no lo puedes denunciar a los sindicatos. Y tampoco lo puedes contar a la hora del café... Que allí están todas tus compañeras: "¿Habéis visto cómo marca paquete el jefe de personal?". "¡No es paquete, es una hernia!". "¿Y sabéis que el conserje es eyaculador precoz?". "Pues será lo único que hace rápido...". Y a ti te gustaría soltar:
- ¿Pues sabéis que el jefe cuando tiene un orgasmo se pone bizco?
Pero te aguantas y te callas... Y en ese momento otra salta:
- ¿Sabéis que el jefe tiene sífilis?
Ahora, una cosa os aconsejo, chicas: por muy bien que os caiga, por muy cerca que viva, o por muy borrachas que vayáis, nunca os enrolléis con un príncipe heredero. Sí, porque... tú tienes una noche tonta, te lías con un príncipe, y luego ya no puedes volver a desfilar en ropa interior.
(del Club de la Comedia)
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