Os prometo que, a veces, las princesas se visten de calle para pasar desapercibidas. Pero, aunque lo intenten, no pueden ocultarlo. No. Porque, sin querer, brillan. Y la gente no es tonta. Algunos que van con prisa, por el trajín del día a día, no se dan cuenta. Pero otros, esos que miran a los ojos y ven más allá, perciben esa sensación extraña e intrigante. Entonces es cuando te das cuenta de que se refugian entre las personas, intentando parecer normales. Pero es imposible. Porque los cuentos preciosos, en ocasiones, también tiene nombre de persona.
A veces no brillan esas princesas, pero te aseguro que luchan cada día con dragones
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