La Piedra.
El Distraído tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El emprendedor construyó, con ella.
El campesino cansado la utilizó como asiento.
Para los niños fue un juguete.
David mató a Goliat y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura.
En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.
Por Antonio Pereira Apon
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