La leyenda de Ossian.
Según cuenta la leyenda Ossian fue un poeta y guerrero y uno de los pocos mortales a los que se permitió la entrada a Tir Nan Og, una de las islas habitadas por las hadas.
Un día, Ossian salió de cacería acompañado por un grupo de fenianos y para su sorpresa, se encontraron con una mujer de dorados cabellos y una extraordinaria hermosura, montada sobre un caballo. La doncella, cuyo nombre era Niamh, quedó enamoradísima de Ossian y lo invitó a viajar con él a la legendaria tierra de Tir Nan Og, más allá del mar y el dominios de los mortales.
Ossian aceptó, y juntos viajaron a lomo de caballo hasta aquel mágico lugar, pasando por los más extraños y fantásticos paisajes. Ante la visión de un palacio que se alzaba sobre el mar, Niamh pidió a Ossian que liberase a una de las damiselas de Danann, quien había sido apresada por el demonio marino Fomor.
Sin dudarlo, el valeroso Ossian derrotó al demonio y cumplió así el deseo de su compañera, antes de proseguir el viaje.
Una vez que llegaron a Tir Nan Og, Ossian permaneció junto a la hermosa Niamh durante tres siglos, en los que apenas echó de menos a sus parientes y amigos. Pero un día sintió un fuerte deseo de volver a su tierra de origen y estar entre los suyos, así que pidió a Niamh que le permitiese regresar brevemente. La doncella de dorados cabellos le proporcionó un caballo para el viaje, pero le advirtió que bajo ningún concepto sus pies deberían tocar el suelo de los mortales. Tras asegurar a la muchacha que lo recordaría, salió veloz hacia la Irlanda de sus orígenes.
Para su sorpresa y decepción, Ossian contempló como todo había cambiado, y también como sus familiares, amigos, e incluso su pueblo habían pasado a formar parte del pasado. Lógico, habían pasado 300 años. Vio con pesar como San Patricio había convertido al cristianismo a los irlandeses, terminando así con sus tradiciones y leyendas.
Además tuvo la impresión de que los hombres que ahora poblaban aquellas tierras eran más pequeños, y cuando vio a tres de ellos que trataban sin éxito de levantar una enorme roca, se acercó a ayudarles. Pero quiso la desgracia que, al tratar de levantar la roca, se rompiese la cincha de la montura de su caballo, haciéndole caer al suelo, momento en el que su caballo se esfumó antes sus ojos, y los de los tres sorprendidos lugareños. En un instante, Ossian envejeció de súbito los 300 años que había pasado en la tierra de las hadas, quedando además ciego.
Existen diferentes versiones del final de la historia de Ossian, aunque la más extendida nos cuenta que el mismo San Patricio encontró al anciano guerrero y le llevó hasta su casa, donde le cuidó durante los últimos días de su vida. El santo trató en vano de convertirle al cristianismo, con objeto de que su alma descansara en el paraíso, pero Ossian no renunció a sus creencias, aludiendo que prefería ir al infierno, donde al menos disfrutaría de la compañía de los fenianos y de su padre, a quienes tanto añoraba.
La leyenda de Ossian gustaba mucho a Napoleón, quien influyó a uno de sus generales, Jean-Baptiste Bernadotte —más tarde rey de Suecia como Carlos XIV—, para que pusiera de nombre a su hijo Oscar, como el hijo de Ossian —futuro Óscar I de Suecia—. Es por ello que Ingres quiso agradar a Napoleón con esta temática.
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En el cuadro se ve un Ossian anciano apoyado sobre su arpa, durmiendo; sobre él aparece una escena que se corresponde con su sueño, con unas figuras traslúcidas de color blanco, como de alabastro, que semejan estatuas. Estas figuras están postradas, como cansadas, se diría que sin vida, o como soñando a su vez, un sueño dentro de un sueño. La figura principal, con yelmo alado y escudo, en la parte derecha del cuadro, es Oscar, el hijo de Ossian; aparecen también su amante, Malvina, su padre Fingal, Starno, el soberano de las nieves y sus hijas, que tocan arpas, así como otros héroes de la saga ossiánica.
En esta obra Ingres mantuvo un equilibrio entre el formalismo clasicista y la visión romántica, creando una imagen que se podría calificar como una de las más rupturistas de su producción, en cuanto a formas y cromatismo.
La Obra
Título: El sueño de Ossian
Autor: Jean Auguste Dominique Ingres
1813
Periodo: Neoclasicismo
Material: Oleo sobre lienzo
Ubicación: Museo Ingres, Montauban.
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